A la venta “Dirk Nowitzki: Constancia y Superación”

Dirk Nowitzki: Constancia y Superación (Ediciones JC) es el primer libro de Enrique García (@KikeGarcia41), un recorrido por la vida y la trayectoria de la leyenda alemana

Desde sus inicios jugando a balonmano hasta la retirada de su dorsal en los Dallas Mavericks, pasando por sus puntos más bajos y altos, el libro repasa numerosas historias y anécdotas que ayudan a comprender mejor su figura.
Como muestra os traemos uno de los capítulos del libro, que podéis adquirir en estos puntos de venta: https://linktr.ee/kikegarcia41

 

“35. Tobillos de acero, dentadura perfecta

Dirk Nowitzki aprendió muy pronto que la salud y la alimentación iban a ser factores muy importantes en el desarrollo de su carrera. Aquello de poder comer y beber lo que quisiera, y a la vez estar en plenitud física, no le iba a durar muchos años. Sí, claro que cuando eres un chaval puedes casi con lo que sea, pero si quería seguir al máximo nivel cuando se fuesen acumulando los años tendría que cuidar su alimentación.

Aunque pueda parecer sorprendente dados sus orígenes, a Nowitzki no le gusta demasiado la cerveza. La bebía porque debía hacerlo como buen alemán, pero dejar de hacerlo no fue un paso especialmente complicado para él. Tampoco lo fue dejar de beber en general, especialmente durante la temporada. En cuanto Steve Nash se marchó a Phoenix perdió a su compañero de juergas, y la decisión de mantenerse sin beber ni una gota de alcohol durante la temporada fue un paso natural. En verano se permitía el lujo de beber alguna que otra copa de vino, pero mientras hubiese partidos en juego ni una gota de alcohol entraría en su organismo. Lo siguiente fue dejar el azúcar. Lo hizo cuando tenía 27 años, y esto le costó más que el alcohol. Tuvo más recaídas con el azúcar que con el alcohol. Cuanto más mayor se hacía, más lo notaba al día siguiente. Así que solo se permitía un día de libertad con el azúcar al año: el postre del día de acción de gracias.

En el momento de su retirada, Nowitzki era el tercer jugador de la historia de la NBA que más minutos había disputado en temporada regular, por detrás de Kareem Abdul-Jabbar y Karl Malone, y también el tercero en partidos disputados, solo superado por Robert Parish y el mismo Jabbar. De todas las cualidades que se mencionan siempre de Dirk Nowitzki, hay una que suele pasarse por alto: su durabilidad. En 17 de sus 21 temporadas disputó al menos un 90% de los partidos de sus Dallas Mavericks. Y no fue porque no sufriera percances, precisamente. Las dos áreas más afectadas fueron sus tobillos y, curiosamente, los dientes.

Nowitzki estaba continuamente sufriendo esguinces de tobillo, aunque rara vez se perdió más de un partido por ello. El preparador físico de los Mavs y durante muchos años también de la selección estadounidense de baloncesto, Casey Smith, solía decir que “en Alemania hacen coches muy buenos, pero no hacen buenos tobillos”. Dirk se sabía de memoria el procedimiento. Cuando se torcía el tobillo durante un partido rápidamente se marchaba al vestuario con Casey Smith y procedían a cambiarle el vendaje de dicho tobillo, pues siempre jugaba con ambos vendados. Después regresaba a la pista para terminar el partido, aprovechando que la articulación seguía caliente y el dolor no se había extendido. En cuanto se terminaba el encuentro, hielo y más hielo. Ese día alguien le llevaba a casa y preparaba sus reservas de hielo. Las primeras veinticuatro horas eran las más importantes: mantener el pie elevado para evitar la hinchazón, y hielo, mucho hielo. En muchas de aquellas ocasiones Dirk terminaba durmiendo en el sofá, con NBA TV encendida y cambiando de vez en cuando el hielo. En el siguiente partido se le notaría más lento y torpe, pero al menos podría jugar. Se torció tantas veces el tobillo en su carrera que aquello era ya casi un ritual que se repetía una o dos veces cada temporada.

La otra área que dio más de un problema a Dirk Nowitzki fue el de la dentadura. El primero de ellos fue el 12 de mayo de 2001, en plena serie de playoffs contra los San Antonio Spurs. Aquel día, cuando sonó la bocina del final del partido, Nowitzki abandonó la pista sangrando por la boca. Se sentía genial… a pesar de que le faltara un diente. En mitad de una gripe que apenas le permitía mantenerse en pie y después de ver cómo un codazo de Terry Porter hacía salir despedido uno de sus dientes al suelo, Nowitzki aun así terminó con 30 puntos y 15 rebotes para evitar la barrida de los Spurs. Con solo 4:52 restantes en el marcador y todo en juego, un codazo involuntario de Terry Porter provocó que uno de sus dientes saliese volando. Inmediatamente Nowitzki se marchó corriendo al vestuario, casi tropezándose con la mesa de anotadores. La retransmisión de NBC rápidamente cazó la imagen a cámara lenta en la que se veía la pieza dental caer al suelo.

Los Dallas Mavericks tuvieron que pedir tiempo muerto para poder ganar el máximo tiempo posible mientras se trataba de frenar la hemorragia y se colocaba una venda en el lugar del diente perdido, pero no pudieron evitar que el partido se reanudase sin el alemán. Sin embargo, en cuanto el balón se puso en marcha Nowitzki salió por el túnel de vestuarios ante la ovación de todo el Reunion Arena. En total solo se perdió 33 segundos de juego. En cuanto entró en la pista cogió el primer rebote defensivo, y en el siguiente ataque anotó lo que más tarde se conocería como su fadeaway marca de la casa ante un importante Danny Ferry. Nowitzki metió sus cuatro últimos puntos, incluyendo los tiros libres cruciales a 6.1 segundos del final, y aseguró la victoria.

Quizás mucha gente se haya fijado en la dentadura perfecta de Nowitzki, pero no siempre fue así. Los Mavs quedaron eliminados en el siguiente partido, y fue ahí cuando Nowitzki empezó a acudir regularmente al dentista en ese verano y en el siguiente para remodelar toda su dentadura. Y menos mal que se buscó un buen dentista.

La segunda vez en la que Dirk necesitó una reparación bucal de emergencia fue el 19 de diciembre de 2004, durante un enfrentamiento entre los Dallas Mavericks y los Atlanta Hawks. Aquella noche los Mavs celebraban su evento anual del “Seats for Soldiers”, una noche en la que la primera fila de la pista queda reservada para veteranos de guerra. Ese año unos cuantos soldados que habían sido heridos en Irak y Afganistán vieron en primera fila cómo volaban los dos dientes frontales de Nowitzki. Fue en otra acción fortuita, en este caso con su compañero Jason Terry y con Jason Collier, jugador de los Hawks, mientras luchaban por un rebote. Puede sonar increíble, pero la casualidad quiso que su dentista estuviese en la grada aquel día, invitado por Dirk. El dentista bajó al vestuario y mandó a uno de los recoge pelotas salir a una tienda cercana en la que vendían protectores bucales. Durante el descanso el dentista le colocó dicho protector con una especie de crema dental, y Nowitzki pudo terminar el partido con 15 puntos y 12 rebotes y una cita de urgencia concertada ya para el día siguiente en la clínica dental.

Después de aquellos incidentes fue rara la vez en la que se pudo ver jugar a Dirk sin su protector bucal. Eso le evitó tener más problemas con sus dientes… pero aún había otro episodio “dental” que tendría que vivir en sus carnes. Pero con los dientes de otro jugador. Y nunca mejor dicho lo de “en sus carnes.”

Fue el 18 de diciembre de 2009. En este caso era Dirk Nowitzki quien penetraba hacia la canasta, con tan mala suerte que su codo impactó de lleno en la cara de Carl Landry, jugador de los Houston Rockets. Aunque Landry aguantó el golpe en pie, rápidamente tuvo que marcharse al hospital: había perdido tres dientes y otros dos se habían roto debido al duro impacto recibido. Pero tampoco Nowitzki pudo terminar el partido en esta ocasión. El alemán se quedó tendido en el suelo, doliéndose del codo de su brazo derecho y sangrando de una herida. Treinta segundos después se levantó. Le limpiaron la sangre y lanzó los tiros libres con su mano izquierda, pues no podía doblar el brazo derecho. Falló el primero. Metió el segundo. Y directo al vestuario. Cuando Casey Smith se dispuso a limpiarle la herida un minuto más tarde y ya en el vestuario de los Dallas Mavericks, se encontró con algo inesperado: dos de los dientes de Carl Landry seguían dentro de aquel agujero. La limpieza de la herida duró media hora, para después hacerle unos rayos x en los que no se vio nada anormal. Nowitzki se perdió el resto de aquel partido (los Mavs perdieron en la prórroga) y el siguiente encuentro dos días después (victoria contra Cleveland en una gran noche de Tim Thomas). Curiosamente, el incidente con dientes que más tiempo le hizo perderse… no involucraba a sus dientes, sino a los de Carl Landry.

El paso de los años fue haciendo mella en su salud, especialmente la de sus articulaciones. A pesar de no sufrir ninguna lesión grave en sus 21 años de carrera, en sus últimas campañas Dirk tuvo que pasar dos veces por el quirófano.

La primera ocasión fue justo antes del comienzo de la temporada 2012-13. En aquella pretemporada los Dallas Mavericks fueron protagonistas de la gira europea de la NBA, con un encuentro en Berlín el 6 de octubre de 2012 y otro en Barcelona tres días después. Dirk disputó el primero de los encuentros en su Alemania natal, una cita que no podía eludir, pero unas molestias en la rodilla derecha limitaron sus minutos. En Barcelona no llegó a jugar, después del calentamiento el público se sorprendió al ver que su nombre no era mencionado en los quintetos iniciales. Los Mavs habían decidido que no jugara por precaución debido a esas molestas. De regreso a Dallas las molestias y la hinchazón continuaron. Esa misma rodilla ya le había molestado durante la temporada, pero había podido aguantarlo. En esta ocasión, sin embargo, no parecía que pudiera continuar así. La franquicia y el jugador trataron de ver si era posible aguantar otra temporada así para someterse a una artroscopia y limpiar la zona al verano siguiente, pero era demasiado arriesgado esperar tanto. Después de que le extrajeran líquido sinovial de la rodilla dos veces en un plazo de una semana, y de que en las dos ocasiones la inflamación regresase en un par de día, se decidió que debía pasar por el quirófano.

El momento de aquella artroscopia colocaba su regreso a finales de noviembre o principios de diciembre. El procedimiento se realizó el 19 de octubre y el plazo de recuperación estimado era de alrededor de 6 semanas. Pero no fue así, Nowitzki terminó perdiéndose casi 9 semanas, más de dos meses, que supusieron 27 partidos de temporada regular. Para su debut en aquella temporada el 23 de diciembre en San Antonio, los Dallas Mavericks ya llevaban un balance 12-15. A eso había que sumarle la incorporación tardía de Nowitzki, que este tendría que recuperar el ritmo sobre la marcha, algo que no era fácil ya con 34 años, y que se habían incorporado muchas piezas nuevas al equipo: O.J. Mayo, Chris Kaman, Elton Brand, Darren Collison… Su balance llegó a caer a 13-23 el 9 de enero de 2013. Aunque estaban virtualmente fuera de playoffs, varios jugadores prometieron no afeitarse hasta alcanzar el 50% de victorias y derrotas de nuevo en su balance. Aquel fue el año de las barbas, del triple ganador sobre la bocina contra Chicago del Dirk barbudo, que finalmente pudo por fin afeitarse el 14 de abril. Pero también fue cuando se rompió la racha de 12 presencias seguidas en playoffs de los Mavs. Se quedaron a cuatros partidos. Esa fue la consecuencia de su primera lesión importante.

La segunda ocasión en la que pasó por el quirófano fue ya en la etapa de su despedida, y estaba destinada a que se pudiera despedir de una manera digna. Resulta que, después de todo, sus tobillos no eran de acero, sino más bien de hueso. Cuando alguien se tuerce el tobillo siempre se produce al menos una mínima fisura en los ligamentos de la articulación. Hay gente que se tuerce el tobillo en tantas ocasiones que el ligamento básicamente se disuelve. Según explica el Dr. Brian McKeon, cirujano ortopédico y doctor de los Boston Celtics durante muchos años, en esos casos en los que el ligamento empieza a disolverse el organismo lo compensa formando espolones óseos que dan estabilidad a la articulación. Por decirlo de una manera muy simple, los ligamentos del tobillo cada vez son menos ligamento, y más hueso. Nowitzki estaba en esa fase desde hacía tiempo, y la movilidad de sus tobillos cada vez era más reducida. Como en el caso de la lesión anterior, lo primero que trató de hacer fue evitar el quirófano, y para ello se propuso perder peso para liberar más a sus tobillos.

En la primera mitad de su carrera, Nowitzki había ido ganando peso poco a poco para poder enfrentarse con los hombres altos más potentes de la NBA. El reto para él y par Holger siempre estuvo en que el jugador ganase esos kilos sin perder la flexibilidad y agilidad que le permitían ser efectivo por fuera. Por eso, durante muchos veranos Dirk entrenó con un chaleco de peso, de 10 kilos en sus primeros años y de 5 en los posteriores hasta que en 2007 llegó a la cifra que ambos buscaban: 120 kilos. Lo que Holger consiguió con el chaleco fue fortaleces los músculos y articulaciones de Nowitzki de forma previa a que llegara a ese peso, previniendo así posibles lesiones en el futuro.

Esa tendencia se invirtió en sus últimos años. Cuanto más avanzaba en la treintena, mayor esfuerzo invirtió en bajar peso. Cuanto más ligero fuese, menos carga soportarían sus castigadas rodillas y sus tobillos. En vez de ganar peso con los años, como la mayoría de los atletas, Dirk lo perdió hasta que llegó a los 110 kilos con los que disputó sus últimas temporadas. Llevaba su dieta tan a rajatabla que se hizo habitual verle entrar en el AAC con su propio plato o táper de comida para después de los partidos.

A pesar de esa bajada de peso, llegó un punto en el que el tobillo izquierdo no podía más. Apenas tenía movilidad y era una zona que le dolía constantemente. Estaba en el final de su vigésima temporada en la NBA, pero quería sumar una más. Le hacía ilusión llegar a la temporada veintiuno. Así que el 5 de abril de 2018 se sometió a un desbridamiento de su tobillo izquierdo, un aseo quirúrgico dirigido a la eliminación del tejido muerto, dañado o infectado para mejorar la salubridad del tejido restante de la zona. La intención era que Dirk Nowitzki pudiera tener más movilidad de cara a su última temporada y para el resto de su vida después del deporte, claro.

Al igual que en su lesión de rodilla, los plazos se alargaron más de lo previsto. En este caso fue debido a un contratiempo. Nowitzki estaba casi preparado para comenzar el training camp, como estaba previsto, pero jugando unas pachangas antes empezó a notar dolor en la zona. Resulta que, en cierta manera, la operación había sido contraproducente a corto plazo. El tobillo había recuperado mucha movilidad y eso era excelente para el medio y largo plazo, pero en el corto debía recuperar su fuerza y acostumbrarse a la carga de ejercicio con su nueva movilidad, algo que tuvo como consecuencia que Dirk se quedase sin jugar hasta diciembre de nuevo. En el que era probablemente el año de su despedida, aunque él no lo había anunciado, los Mavericks tampoco iban a correr riesgos.

Dirk Nowitzki se despidió jugando 51 partidos en su última temporada, la cifra más baja de su carrera con la excepción del año rookie afectado por el Lockout. Pero fue una anomalía en su trayectoria. Su durabilidad fue una de sus mejores cualidades.”

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