La Copa del Rey cumple 80 ediciones y ha crecido de forma paralela a España y al baloncesto. Nació en la República y probó numerosos formatos hasta que en 1983 la ACB estableció la fase final, primero de cuatro y luego de ocho equipos. Así fueron los comienzos de una competición pionera
Era el 29 de octubre de 1933, y todo era diferente. Entonces se llamaba Campeonato Nacional del Presidente de la República y luchaban por el título el Rayo y el Madrid, vencedores en semifinales de los catalanes Iluro de Mataró y Juventus de Sabadell. El pabellón no era tal, sino una cancha con mucha arena suelta en los jardines del Cine Goya, en el número 24 de la citada calle en Madrid y hoy edificio del Área de Gobierno de Hacienda y Administración pública.
En aquella final venció el Rayo de los Alonso brothers: Pedro, Luis, Alonso y Claudio dominaban el quinteto titular, anotando entre todos ellos la impactante cifra de 19 puntos. Y sí, impactante porque el Rayo se impuso por 21-11.
Desde hace casi medio siglo, la Liga ha sido y es la máxima competición que vertebra el baloncesto de elite. Sin embargo, es la actual Copa del Rey la competición más antigua, con más largo recorrido y la primera que proclamó al mejor equipo del país.
Esta competición nació bajo la denominación de Campeonato de España y su primera edición se celebró en Madrid en 1933. 10 años antes, ya había comenzado la Liga Catalana. Desde aquel primer envite baloncestista se han disputado 79 ediciones hasta el año 2015 y solamente dejó de jugarse durante los tres años que duró la Guerra Civil, convirtiéndose en un claro nexo entre los primeros pioneros y la actualidad.
Los avatares políticos han dejado su huella en la denominación de la competición. Mantuvo su nombre inicial hasta el año 1936, pero la quinta edición disputada en 1940 pasaría a denominarse Copa del Generalísimo, nombre que mantendría hasta 1976. Con el advenimiento de la Monarquía, la competición decana del baloncesto español se convirtió en la Copa del Rey.
Desde 1933 a 1956, la Copa fue la principal exponente del progreso del baloncesto español. La lenta expansión geográfica del deporte de la canasta marcó la incorporación de nuevas provincias a los dos polos clásicos de conocimiento baloncestista como eran Barcelona y Madrid.
Con el inicio de la década de los cuarenta se marcó una tendencia en el sentido de que los equipos pioneros (Laietà, Patrie, Rayo, etc…) fueron dejando lugar a las escuadras clásicas, que acabarían formando el núcleo de equipos que disputaron las primeras Ligas bajo el formato de todos contra todos que conocemos ahora.
Este reemplazo de pioneros por clásicos fue provocado por un incipiente y encubierto profesionalismo, una palabra que ahora evoca contratos millonarios pero que, por ejemplo, en 1941 tenía otro significado. El Español, vencedor de la Copa del Generalísimo aquel año, vio sancionados a sus jugadores con cuatro partidos de suspensión para la siguiente edición por haber recibido una gabardina de premio cada uno de ellos. Esta sanción hace sonreír bajo el actual modo de ver las cosas, pero desató una gran polémica en su momento y fue incluso muy criticada porque marcaba una tendencia que no se abandonaría: la retribución por jugar. No todos los equipos pudieron afrontar este cambio de mentalidad, pero algunos de los más competitivos utilizarían esta vía para crecer y ganar potencial.
Los clásicos entran en escena
Durante la década de los cuarenta entrarían en liza clubes clásicos que han llegado a la actualidad como Barcelona, Real Madrid, Joventut, Estudiantes y Español. Ciudades como Valencia, Zaragoza, Huesca, Gijón o La Laguna empezaron a dejarse notar en la Copa pero a lo largo de estos diez años el dominio del baloncesto catalán fue absoluto. De 1940 a 1951 los títulos de Campeón de Copa se repartieron del siguiente modo: Hospitalet (1) otro para el Español (1), uno para el Joventut, dos para el Laietà y cinco para el Barcelona.
Fue una época en la que mejoró ostensiblemente la técnica individual de los jugadores y empezó a introducirse el arbitraje a dúo: el primero por parejas lo protagonizaron Juan Marqués y Joaquín Calvet en un Barcelona-Montgat.
Durante la temporada 1945-46 la Copa tuvo un formato que buscaba convertirla en liga. Esta edición fue un éxito total de público y en la siguiente edición se dio el paso adelante, avanzando hasta la liga pero la idea no fue operativa y se volvió al antiguo formato eliminatorio. Todavía faltaban diez años para que la liga, tal y como la conocemos ahora, echara a andar.
Cambio de tendencia
En 1948 el Joventut de Badalona logró su primer título pero en la escena competitiva española entró el primer jugador extranjero que empezó a dejar huella. Fue el filipino Kaimo, un atleta con una portentosa técnica individual y que anticipó el actual baloncesto de dribling y cambio de ritmo para desbordar al rival, dejando obsoleto el juego de pases. La siguiente aportación foránea llegaría de Puerto Rico con Fredy Borrás, introductor del tiro en suspensión, y Galíndez. Con ellos ganaría el Real Madrid su primer título nacional en la final disputada en San Sebastián, contra el F.C. Barcelona, en el año 1951.
En aquellos años previos al inicio de la Liga, la participación de jugadores extranjeros despertaba cierta polémica. La normativa existente en aquella época resulta chocante comparada con el rasero actual. Los equipos podían importar -este es el adjetivo usado entonces- cuatro jugadores oriundos de Latinoamérica y un extranjero del resto del mundo. Estos oriundos, Borrás y Galíndez, llegaron a ser alineados en la selección pero no llegaron a actuar en el Mundial de 1950 debido a las críticas surgidas en otros países contra esta práctica. Posteriormente y a lo largo de sucesivas temporadas este cupo fue reduciéndose hasta el de dos latinoamericanos y un extranjero.
Desde 1951 hasta el inicio de la primera Liga nacional, Real Madrid y Joventut se repartieron los títulos de Campeón de España (tres para el Madrid, dos para la Penya) pero el Madrid estaba empezando también a poner los cimientos de su aplastante dominio gracias a su acertada política de fichajes, siendo el más destacado el de Joaquín Hernández, quizás el mejor jugador español de la época.
Al finalizar la temporada 1955-56 Raimundo Saporta presentaba el proyecto liguero, que se pondría en marcha la temporada 1956-57. La Liga pasaba a designar al mejor equipo pero esto ya es otra historia.
Nota de prensa liga Endesa
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