En la víspera del Juego 7 de las Finales de la NBA entre Oklahoma City Thunder e Indiana Pacers, el entrenador Mark Daigneault compareció ante los medios para compartir sus impresiones sobre lo que será una jornada histórica, marcada por el respeto, la tensión táctica y la presión emocional
Daigneault fue directo al hablar del duelo estratégico que ha sostenido con Rick Carlisle: “Es humillante. Es un gran entrenador. Su equipo juega con una identidad despiadadamente consistente. Compiten de verdad. Nunca están fuera de un partido. Han hecho un trabajo increíble construyendo colectivamente un equipo capaz de llegar hasta aquí y rendir al nivel que lo han hecho”.
Sobre la importancia de que sus jugadores actúen por instinto y no se vean paralizados por el contexto, el técnico de los Thunder fue tajante: “Es fundamental. Hay que estar preparados, claro, pero sin que eso comprometa la agresividad, la confianza, los instintos. Eso ha sido una fortaleza nuestra esta temporada. Tenemos que apoyarnos en ello. El trabajo ya está hecho. El músculo está construido. Tenemos que confiar en ese músculo y flexionarlo. De eso dependerá el partido para nosotros”.
Cuando se le preguntó si sentía presión como entrenador en este tipo de citas, Daigneault aclaró que no es una cuestión externa: “Siempre siento muchísima presión, pero no es por la situación. Es una presión interna de estar a la altura de los jugadores, de servir al equipo, de ponerlo en la mejor posición posible para tener éxito. Y más con este grupo, al que amo entrenar. Siento una gran responsabilidad hacia ellos, hacia la organización y hacia la ciudad. Es un fuego que arde siempre, sin importar las circunstancias”.
Los intangibles —esfuerzo, fuerza, voluntad— también fueron objeto de análisis. “Es un pulso de voluntades. La serie ha oscilado porque ambos equipos se apoyan en eso para llegar hasta aquí. Son equipos cuyo todo es mayor que la suma de las partes. Compiten, juegan juntos y dependen de los mismos principios. No se puede ganar una serie como esta sin imponerse en esas batallas. Ambos lo saben, ambos lo intentarán mañana, y el mejor ganará”.
La dimensión épica de un séptimo partido de Finales no pasa desapercibida, ni siquiera para un entrenador metódico como él: “Es un privilegio para todos los que participamos. Es una experiencia increíble. Ambos equipos se han ganado el derecho a vivirlo. Vamos a disfrutarlo, a lanzar nuestro mejor golpe, a ser quienes somos. Pero cuando el balón se lance al aire, el partido se decidirá por lo de siempre. Debemos centrarnos en eso, aunque estemos agradecidos por la oportunidad”.
Respecto a la disciplina del equipo, Daigneault defendió su físico sin violencia: “Jugamos físico, sí, pero con legalidad. No queremos cometer faltas ilegales ni poner al rival en la línea. En defensa entendemos bien qué es legal y qué no. En cuanto a las técnicas, respetamos a los árbitros. Sabemos que es un trabajo imperfecto, y no podemos controlarlo. Nos centramos en lo que sí podemos controlar, porque ese es el mejor camino para jugar bien y ganar”.
Incluso hubo tiempo para una aclaración: cuando se le mencionó que Shai Gilgeous-Alexander había recibido una técnica por agitar una toalla, Daigneault interrumpió para precisar con una media sonrisa: “Fue rescindida. Para que conste”.
Sobre Pascal Siakam, el jugador más regular de la serie, Daigneault explicó: “Ha tenido partidos discretos, como todos los grandes jugadores en series largas. Cuando juegas siete veces contra un gran equipo, es natural que haya altibajos. Eso no pasa en temporada regular. Hemos hecho un buen trabajo en la serie, e Indiana también. Por eso estamos 3-3. Ahora todo se decide mañana”.
Por último, admitió que las diferencias entre victorias y derrotas han estado más en el ataque que en la defensa: “Nuestra defensa ha sido más constante en estos playoffs. En general, atacar es más difícil en estas instancias. Pasa lo mismo con Indiana. Hay que seguir encontrando soluciones. No lo hicimos en el Juego 6, pero tenemos una nueva oportunidad mañana, y eso es lo que debemos hacer si queremos ganar”.
Mañana se sabrá si Oklahoma City escribe una nueva página dorada de su historia o si Indiana culmina el sueño. Mark Daigneault lo tiene claro: la batalla será táctica, emocional y física. Y será, por encima de todo, un privilegio.


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