El Casademont Zaragoza prosigue su escalada (105-85)

El equipo aragonés bate al Fuenlabrada, un rival directo en la lucha por la salvación, en un partido gobernado por la actuación colosal de Tryggvi Hlinason

Otro paso adelante hacia la salvación. El Casademont superó este sábado al Fuenlabrada (105-85), un rival directo, tras protagonizar una de sus mejores actuaciones del presente curso. Sobre todo por su concepción colectiva del baloncesto, mucho más diáfana y aguda que en sus anteriores compromisos. Todos sumaron. Todos remaron con tenacidad, sin descanso, con una capacidad competitiva admirable. Hubo sacrificio, compañerismo, constancia, carácter y ambición.

Los locales se manejaron con seguridad y convicción desde el inicio, especialmente en el ámbito defensivo, y enseguida dejaron sin respuestas a su oponente. La recompensa fue un triunfo amplio y concluyente, irrebatible, para alimentar la autoestima, despojarse de la ansiedad y liberarse, por fin, de las dudas, la desconfianza y las inseguridades que han lastrado el rendimiento de los aragoneses desde el inicio de la temporada. El conjunto de Sergio Hernández prosigue su escalada.

El Casademont no pudo alinear a Jason Thompson, aquejado de una lesión muscular en el gemelo de la pierna derecha. Una dolencia que le mantendrá apartado de las pistas entre 4 y 6 semanas, precisamente cuando el pívot, punzante en los últimos partidos, por fin se iba acercando a su verdadera dimensión. Por el contrario sí se estrenó Elias Harris, la última adquisición de los zaragozanos, quien ofreció una buena imagen: sumó 10 puntos, 3 rebotes, 2 asistencias y 1 recuperación de balón en su primer partido en la Liga Endesa. También Ennis, Barreiro, Brussino y Sulaimon contribuyeron decididamente al triunfo de los zaragozanos.

Pero fue Tryggvi Hlinason quien, de nuevo, volvió a reivindicar un mayor protagonismo con otra actuación colosal. El islandés, determinante en el despegue de los locales, finalizó la contienda con 33 créditos de valoración, fundamentados en 24 puntos (12 de 13 en tiros de campo), 9 rebotes, 2 asistencias y 3 tapones en 27 minutos, al margen de tener una sobresaliente incidencia en los aspectos intangibles del juego. Intensidad, energía, constancia, firmeza, vigor. Él mostró el camino hacia la victoria.

El Casademont impuso un ritmo trepidante, sin apenas tregua, ya en los primeros compases del duelo. Hlinason, muy activo, sumó en los dos lados de la pista y fue la noticia más positiva de los zaragozanos en los 10 primeros minutos de la contienda: intimidó en defensa, aprovechando su envergadura; y también facturó con facilidad en sus acciones de ataque, cuando recibió buenos balones en el juego interior. El islandés finalizó el primer acto con 10 puntos en su haber, con un solo fallo en sus lanzamientos, además de aportar 7 rebotes y 1 asistencia, para alcanzar los 18 créditos de valoración.

El duelo, muy acelerado, por momentos loco, se mantuvo igualado durante el cuarto inaugural. En el caso de los zaragozanos, gracias al desempeño en la pintura de Tryggvi Hlinason, al talento de Robin Benzing y al despliegue físico de Jonathan Barreiro. Una canasta de Benzing situó a los locales a cinco puntos de distancia (18-13), a los 7 minutos de juego, lo que conllevó el tiempo muerto de Javier Juárez. Sin embargo, no reaccionó el Fuenlabrada, que vio aumentada su desventaja poco después, en apenas 90 segundos, tras una jugada individual de Robin Benzing y cinco tantos de Jonathan Barreiro (25-13).

Por entonces, el Casademont había elevado notablemente su intensidad atrás, neutralizando cada uno de los ataques de su adversario. De hecho, los madrileños anotaron una sola canasta en cinco minutos, un diáfano indicador de la presión ejercida por los zaragozanos. Barreiro, otra vez Barreiro, amplió la distancia local al cierre del primer cuarto (27-15).

Pese a las rotaciones, el Casademont mantuvo su personalidad en el segundo acto. Firme atrás, solvente en ataque, de nuevo se impuso a su rival en todos los órdenes del juego. Por parte de los madrileños, sus 19 puntos anotados a los 14 minutos de partido atendían a sólo dos jugadores: Melo Trimble, con 13 tantos, y Obi Emegano, con 6. Muy poco bagaje para intimidar al cuadro zaragozano, que siguió estirando su renta con una facilidad asombrosa (36-19). Barreiro, con una canasta bajo los aros, y Elias Harris, desde la línea de personal, situaron a los locales a 19 puntos de distancia (40-21), al mismo tiempo que retrataban cada una de las carencias de su rival. El Fuenlabrada tiró de casta y orgullo para intentar sobreponerse antes del intermedio, con Trimble sacando réditos con sus rápidas penetraciones.

Pero el cuadro aragonés, muy seguro de sí mismo, nunca se amilanó; y respondió con contundencia al intento de remontada de su oponente. Lo hizo con una canasta de Sulaimon, un triple de Robin Benzing y dos nuevos tiros libres de Elias Harris (49-33). Ennis, con una jugada individual, cerró una notable primera mitad de los aragoneses (51-33).

El Casademont ofreció importantes desequilibrios en los primeros compases de la reanudación. Y el Fuenlabrada, que ya se sentía perdedor, no desaprovechó concesiones de tal magnitud: anotó siete puntos en 90 segundos, para comenzar a creer en una posible remontada (51-40). Fueron los momentos más comprometidos del equipo local, aunque enseguida resueltos favorablemente con un triple de TJ Bray, seis puntos de Rasheed Sulaimon y dos tiros libres de Dylan Ennis (58-43). A partir de ahí, el Casademont no sólo recuperó el pulso, sino que mermó anímicamente a su rival. Un escenario propicio para que el cuadro aragonés hurgara en la herida, por mucho que Trimble se resistiera a enarbolar la bandera blanca. Ennis, con un triple y una penetración, Nico Brussino, desde la línea de personal, y Hlinason, con dos contundentes mates -ambos tras geniales asistencias de Ennis-, mantuvieron a los locales por encima de los 10 puntos de renta (74-62), a la media hora de partido.

De ahí al final, Hlinason continuó gobernando en la pintura con una autoridad insultante, al mismo tiempo que el Fuenlabrada, ahora sí, bajaba definitivamente los brazos. Y el Casademont disfrutó, por fin, de un duelo plácido y sosegado en los compases finales.

fuente: heraldo.es · acb photo

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