“Torno (vuelvo) a casa, torno a Badalona”. Con estas palabras y, dentro de un magnífico vídeo realizado por la Penya, anunciaba Anna Cruz su fichaje por el conjunto verdinegro. Su contratación, por una temporada por el Joventut, es una de esas cosas que te ilusionan y reconfortan en el mundo del deporte
Sí, ilusión. Anna Cruz es de ese tipo de jugadoras por las que merece la pena pagar una entrada. Todos los aficionados que se congreguen el próximo curso en el Olímpic, podrán disfrutar cada quince días de su juego en la cancha. Su entrega en cada partido es encomiable y, sin duda, es un espejo en el que deben mirarse las nuevas y futuras generaciones.
Ganadora de todo a lo largo de su carrera (8 medallas y un anillo de la WNBA son algunos de sus grandes logros), su aportación y veteranía serán oro puro para la Penya, en su primera temporada en Liga Femenina Endesa.
Mentora, en un equipo novato en la competición, el valor de tener a Anna Cruz, tanto dentro, cómo fuera de la pista, es incalculable. Sirvan cómo ejemplo sus dos últimas temporadas en el Barça CBS. Cruz se convirtió en la prolongación de Isaac Fernández en pista y muchos de los problemas que tuvo el conjunto azulgrana, coincidieron con la baja por lesión de la jugadora de Badalona.
Jordi Vizcaíno tendrá a sus órdenes a un grupo muy equilibrado entre jugadoras ya veteranas y otro muy joven. Las Cruz, Geldof y Coulibaly, seguro guiarán a las Bermejo, Dembelé o Laura Piera, en el objetivo de mantener la categoría en esta temporada de debut para el cuadro verdinegro.
Y para terminar nos queda el tema romántico. No me digan que no es bonito, que una leyenda del baloncesto español, vuelva a jugar en su ciudad natal, después de una larga trayectoria, donde jugó cuando era una cría. Poder verla jugar otra vez en Badalona, es un regalo que debemos aprovechar cada fin de semana. Es lo que tiene ser una leyenda.
Redactor · Opinión · NBA · Liga Femenina
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