Si se pierde la técnica y se domestica el cerebro solo nos quedará… el músculo. El baloncesto del curso 2018/2019 vive en la cuerda de la duda. ¿Qué hacer si se tira más de tres puntos que de dos, si cada vez se fallan más tiros libres, si se olvida el tiro a tablero y la finta, si se ignora el juego de espaldas, si cada vez hay más jugadores cuyo único recurso ofensivo es el mate o la bandeja tras pick and roll…?
Evolución es una palabra, involución otra. Entre ambos términos hay una ventana, la revolución, y su apertura quizá corresponda a las mujeres.
WhatsApp de un amigo recibido hace días: “Algunas jugadoras de EEUU tendrían sitio en la rotación de muchos equipos de ACB”.
El reciente Mundial de Baloncesto Femenino jugado en Canarias ha dado pistas para la reflexión. Avanti.
El basket del siglo XXI es cada vez más físico y jóvenes selecciones femeninas como Bélgica y la irrupción de equipos de África revelan que la fuerza gana protagonismo entre ellas sin perjudicar al talento, por eso muchos nos seguimos maravillando connjugadoras livianas como Alba Torrens o Astu Ndour, entre otras grandes del parqué.
El Mundial de Canarias nos ha demostrado que las mujeres juegan al baloncesto de forma mucho más coral y asociativa que los hombres, es decir, optan por el… yo existo pero el resto tambíén.
En estos tiempos de yoismo desbocado, de egolatría por todas partes donde la foto favorita es el selfie, ahora que se ha terminado la era Spurs… es complicado defender el juego en equipo, pero ojalá el potente marketing de las redes sociales no nos haga olvidar que en la NBA mandan los Warriors (varias estrellas) y en Europa el Real Madrid (más corales que nadie, más ganadores que nadie)…
Algunos entrenadores de base me cuentan que los equipos de chicas comparten más el balón que los chicos y que, a otro ritmo, muchos equipos femeninos tienen más fundamentos que sus equivalentes masculinos. Quizá.
Solo espero que el creciente papel del aspecto físico en el baloncesto femenino logre aliarse con la actitud solidaria dando como resultado un juego donde haya acciones de fuerza pero también ataques entendidos como un cinco frente a cinco cuyos recursos pueden (¿deben?) ir más allá del uno contra uno y el bloqueo y continuación.
Es solo una idea para que no acabemos con nuestro deporte limitado a una catarata de high lights llena de mates con mucho músculos y escaso cerebro.
Xabi Sanmartín Cuevas – Periodista y Asesor de Amplitude
Redactor · Artículos de opinión
twitter: @xabisanmartinc