El Real Madrid no necesitó demasiado tiempo para marcar territorio en el primer asalto de las semifinales ante Unicaja. Bastaron diez minutos de inspiración ofensiva, diez minutos en los que todo lo que se lanzaba desde el perímetro encontraba el fondo de la red. Un inicio de partido casi sobrenatural desde la línea de tres puntos permitió al equipo blanco abrir una brecha demoledora ya en el primer cuarto, y a partir de ahí el encuentro se movió al ritmo que dictó el conjunto de Chus Mateo. El 99-81 final refleja bien la autoridad con la que se impuso el vigente campeón, que volvió a presentar su candidatura con una actuación coral coronada por un Dzanan Musa espléndido (23 puntos y 27 de valoración)
El primer cuarto fue, sencillamente, una exhibición. La defensa de Unicaja apenas tuvo tiempo de reaccionar ante la avalancha. El Madrid encontró el aro con una facilidad asombrosa, especialmente desde fuera, donde firmó nueve triples en solo diez minutos. Musa se erigió en el líder anotador con una serie perfecta de 4/4 en ese primer tramo, pero no estuvo solo: Eli Ndiaye añadió un impecable 2/2 y Mario Hezonja firmó un más que solvente 3/6. En total, 27 de los 29 puntos del equipo llegaron desde la larga distancia, una cifra que evidencia el tipo de ciclón al que se enfrentó Unicaja nada más pisar el parqué.
Lo curioso es que este enfrentamiento llegaba precedido de una historia reciente intensa entre ambos equipos. Durante la presente temporada, Unicaja había sido capaz de vencer al Madrid en dos citas de peso: la final de la Supercopa y la Copa del Rey. Incluso en el último enfrentamiento directo, aunque los blancos se llevaron el triunfo, los malagueños dejaron una marca en la historia de la Liga Endesa con un total de 23 triples convertidos. Pero esta vez fue el Madrid el que lanzó el órdago desde el perímetro. Tal vez como respuesta, tal vez como reivindicación, pero lo cierto es que el equipo local se encendió desde el arranque y nunca soltó el control del partido.
Cuando Unicaja quiso reaccionar ya estaba en plena tormenta. Lograron tímidamente contener la sangría al inicio del segundo cuarto, pero sin continuidad ofensiva. Más allá de una canasta de Tyson Pérez, el equipo andaluz se estancó hasta el descanso, mientras que el Madrid mantenía el pie en el acelerador. Alberto Abalde sumó siete puntos en ese periodo y Hezonja aportó desde el tiro libre para ampliar una ventaja que ya alcanzaba los 20 puntos al intermedio (51-31). La superioridad física y táctica del equipo blanco era manifiesta, y el mensaje era claro: en casa, este Real Madrid es prácticamente intocable.
La segunda mitad arrancó con una versión más entonada del conjunto visitante. Olvidando por completo lo sucedido en los dos primeros cuartos, los de Ibon Navarro mostraron carácter, apretaron líneas y consiguieron competir de tú a tú durante varios tramos. En un momento dado, incluso encadenaron un parcial de 0-7 en el tercer cuarto que les devolvió brevemente algo de vida. Sin embargo, el Madrid, firme y sereno, supo sofocar cualquier intento de rebelión y mantuvo siempre una ventaja por encima de los veinte puntos (75-53 al final del tercer cuarto). No había lugar para milagros, no esta vez.
En los últimos diez minutos el duelo ya estaba resuelto. Los entrenadores optaron por rotar, pensando ya en el segundo encuentro de la serie, previsto para el viernes. Fue entonces cuando Unicaja pudo maquillar ligeramente el resultado, imponiéndose en ese tramo final sin que ello cambiara el desenlace del choque. El Madrid, por su parte, cerró el partido sin sobresaltos, consciente de que había golpeado primero con claridad y que aún queda camino por recorrer en esta semifinal.


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