El Real Madrid defendió la ventaja conquistada en la primera parte para sumar el triunfo frente a un Hiopos Lleida que buscó la machada (85-78). Campazzo, una vez más, fue el líder de su equipo (19 val.)
El Real Madrid se impuso al Hiopos Lleida (85-78) en un choque donde la inspiración y la fe del conjunto visitante en el tercer cuarto obligó al vigente campeón a un esfuerzo extra con el que no contaba, después de una primera parte en la que fue muy superior.
Afrontaba el duelo el anfitrión ya desprovisto de su capa de invicto como local tras desnudarle el Anadolu Efes el pasado jueves en la Euroliga, en un día en el que el conjunto de blanco firmó un horrible primer cuarto para marcharse del mismo con solo seis puntos y un 0 de 10 en triples.
Los lanzamientos de tres que no entraron en aquel choque, lo hicieron en este. Ayudó a ello la sorprendente inclusión en el quinteto inicial del canadiense Xavier Rathan-Mayes. De profesión tirador, anotó dos lanzamientos lejanos a los que se sumó otro más de Facundo Campazzo para empezar a establecer diferencias.
Y a los dos les relevó el pívot Serge Ibaka, muy cómodo en la pintura. Grácil ante una defensa a la que le costaba frenarle, a los diez minutos ya acumulaba 11 puntos, los mismos que sumaban entre Kenny Hasbrouck y Oriol Paulí, alfa y omega del ataque del cuadro ilerdense (28-13, m.10).
Ninguno de ellos llegó desde la larga distancia, uno de los factores que explicó más claramente la diferencia entre unos y otros. Así, el bando catalán, donde debutó anotando con 17 años Ferran Mauri, se marchó de vacío al descanso en este apartado pese a intentarlo catorce veces, mientras que los de Chus Mateo enchufaron 10 de 17.
De esta manera todo parecía estar ya decidido al descanso, al que el Real Madrid se fue con una diferencia favorable de puntos mayor que el total de los que había anotado su oponente en la primera parte. Eso le permitió al técnico además dar minutos de rodaje a jugadores que los agradecen como los jóvenes Hugo González y Sidi Gueye; y el dominicano Andrés Feliz, recién salido de una lesión.
En base a los precedentes, lo que sucedió tras el paso por vestuarios no lo vio venir nadie. Como si de repente hubiera solucionado la ecuación del triple, salió desatado el Hiopos Lleida y clavó cuatro seguidos, tres de ellos de un Hasbrouck que acumulaba puntos pero también personales, hasta cuatro que le ‘obligaron’ a sentarse cuando más encendido estaba.
Sin embargo, sus compañeros, alumnos aventajados, le siguieron el juego. Tras un receso en el que el Real Madrid volvió a asentarse al digerir la píldora granate, recibió una dosis aún más fuerte en forma de un heoroico parcial ilerdense de 2-19 que llegó a reducir la ventaja a solo cinco puntos y dejó abierto a la media hora aquello que hacía un rato se daba por cerrado (66-59, m.30).
El paso por los banquillos ayudó a templar a los locales, que taponaron la herida, sobre todo gracias a los cinco puntos que aportó Sergio Llull, y lograron encarar los cinco minutos decisivos con diez puntos de más, un colchón de grosor indeterminado a juzgar por cómo se desarollaba la mañana.
A la postre fue suficiente ante un Hiopos Lleida desfondado, que se había dejando el alma y las fuerzas en busca de la remontada y que, aún así, pudo remar hasta ponerse solo tres abajo a falta de 14 segundos. Sin brillo, y de nuevo con un infarto que esta vez no fue mortal, el Real Madrid suma, pese a su enésimo exceso de confinza, otra victoria que no acalla las dudas.
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