Decepción. Así habría que definir hasta el momento la temporada de los New Orleans Pelicans. Un equipo que sobre el papel debía dar un paso al frente y mejorar los registros del año pasado, parece estancado
Situado en las últimas posiciones de la Conferencia Oeste, no ha logrado, por el momento, solucionar problemas del pasado. Una plantilla que tiene dos diamantes en bruto como Zion Williamson y Brandon Ingram, adolece de ese carácter competitivo que te hace ganar partidos.
Ni la sustitución del entrenador de la pasada temporada, Alvin Gentry y la posterior contratación de Stan Van Gundy, unidas a la adquisición del pívot y ya forjado en la liga, como Steve Adams, han aportado esa garra y plus en defensa que tanto necesitan los de Nueva Orleans.
La cuestión es que son un equipo joven, con mucho potencial, pero que se ha de pulir. Los malos porcentajes desde la línea de tres puntos, unido al gran número de balones que pierden por partido, les están haciendo entrar en una dinámica negativa.
Un buen base como Lonzo Ball, un escolta, aunque anárquico pero anotador como es Eric Bledsoe, unido a los citados Williamson, Ingram y Adams, son un quinteto titular con suficientes mimbres si ya no ser equipo de Playoffs, para ser un equipo que esté en puestos para entrar en el Play-in. Pero por el momento, ni una cosa ni la otra.
Pero no acaba ahí el potencial de los de Van Gundy. A éstos hay que sumarles los Josh Hart, Nickeil Alexander-Walker o Jakson Hayes que deben tener mucho recorrido en esta liga. Mención especial la tiene el tirador y con gran clase J.J. Redick, que pone la veteranía a la segunda unidad, de estos bisoños Pelicans.
Con todos estos activos, Van Gundy tiene mucho trabajo por delante. Debe de hacer de este buen ramillete de jugadores un equipo, un equipo compacto que de un paso adelante, sino mucho nos tememos que será otra temporada perdida por los de New Orleans.
Foto: SI
Redactor · Opinión · NBA · Liga Femenina
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