En su condición de máxima autoridad baloncestística, la misión de FIBA es desarrollar, hacer crecer e impulsar el baloncesto priorizando la excelencia, inclusión, innovación y sostenibilidad cuidando los valores del deporte, sus aficionados y la base al tiempo que se preocupa y defiende las selecciones nacionales, las ligas domésticas y la salud de los jugadores
En el reciente congreso de mitad de ciclo celebrado en Barein se pasó revista al estado actual y futuro del baloncesto y uno de los puntos que se ha tratado, como avanzó el Central Board, ante las 167 federaciones nacionales presentes, ha sido la emergente situación de los ‘fichajes’ de jóvenes jugadores por universidades estadounidenses dentro del circuito NCAA.
El propio Andreas Zagklis, Secretario General de FIBA, trató este asunto a lo largo de su discurso ofreciendo una visión clara de la situación actual, el objetivo y el camino a seguir. Siguiendo la recomendación del grupo de expertos enfocado en los Jugadores Jóvenes y la NCAA, creado en diciembre de 2024, el Central Board ha definido tres objetivos para mantener un ecosistema sostenible: ayudar a los jugadores a tomar decisiones bien fundamentadas, aumentar la disponibilidad de los jugadores de la NCAA para sus selecciones nacionales y contribuir a proteger las inversiones de los clubes en el desarrollo de jugadores. Se tomó la decisión de entablar una colaboración formal con la NCAA, con el objetivo de que los traspasos de jugadores desde fuera de Estados Unidos hacia universidades de la NCAA sean tratados de la misma manera que las transferencias internacionales entre clubes FIBA, mediante el uso de una Carta de Autorización (Letter of Clearance).
“Seguimos invirtiendo en el desarrollo de jugadores jóvenes como nunca antes; el año pasado organizamos más de 30 competiciones de selecciones nacionales juveniles en todo el mundo. Son cifras récord: casi 4.900 atletas que visten el logo de FIBA cada verano y que luego pasan a formar parte de las selecciones nacionales absolutas, en la NBA, la WNBA o en el más alto nivel. Tratamos de guiarlos y acercarlos a lo que significa jugar en la selección nacional y desarrollarse. Esta gran inversión fue debatida extensamente en el Central Board y tiene que ver con los últimos desarrollos en el baloncesto universitario en Estados Unidos”, apuntó.
“Es una oportunidad para nuestros jugadores, no podemos negarlo. Las cantidades de dinero que se están… no diría invirtiendo, porque no estoy seguro de que desde una perspectiva financiera se trate de una inversión, pero sí lo es desde una perspectiva de desarrollo en el deporte del baloncesto. Pero estas cantidades de dinero que terminan en manos de jugadores de 18, 19, 20 años son bienvenidas por ellos, por su entorno, estamos felices por ellos, pero al mismo tiempo debemos reconocer que esto ha dejado de ser una experiencia académica principalmente para los atletas”, señaló.
“Las universidades de la NCAA están cada día más cerca de ser entidades comerciales, clubes profesionales, y eso desafía nuestro ecosistema por la simple razón de que nuestro ecosistema se basa en un principio: que se puede transferir siempre que se respeten los contratos, los acuerdos deben respetarse, y para transferirse de una institución profesional de baloncesto a otra institución que de facto es profesional, debe haber un proceso: llámese carta de liberación, si quieren llamarlo de otra manera, pero debe haber una autorización por parte del club de salida y la federación nacional, y deben existir ciertas garantías sobre a dónde va el jugador, cuáles serán las condiciones allí, cuál será la disponibilidad para la selección nacional y cuál es la compensación para el ecosistema FIBA, nuestros clubes, nuestras ligas, nuestras federaciones y sus miembros que han invertido en alguien que empezó a jugar a los 9, 10 u 11 años y que ahora termina con un cheque de siete cifras en sus manos a los 18 años”.
“El Central Board decidió que iniciaremos un diálogo formal con la NCAA. No será fácil, porque este es un entorno que aún no ha decidido cómo se regulará a sí mismo, y existe una gran disputa interna sobre quién y cómo se regulará. Nosotros llegaremos ciertamente como regulador secundario, pero no podemos quedarnos de brazos cruzados, ni podemos permanecer como meros observadores. FIBA tiene el deber institucional de proteger a sus miembros, al mismo tiempo que tiene el deber institucional de ayudar al desarrollo de sus jugadores”, refrendó.
“Así que para algunos países será una bendición, para otros un desafío. Definitivamente es algo que debemos analizar y también debemos prestar atención a su impacto, no solo este verano o el próximo, sino a mediano y largo plazo. Y también me gustaría que piensen en el baloncesto femenino y en cómo esto puede impactarlo, tal vez positivamente”.
“Así que esta es un área de enfoque, estamos realizando fuertes inversiones, reuniones, recabando información, asesoría legal y tratando de encontrar las mejores soluciones posibles, por supuesto, de la mano de USA Basketball, de la mano de nuestros socios en la NBA, de la mano de nuestras relaciones actuales, y por supuesto con el liderazgo de la NCAA”, concluyó.


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