Tyrese Haliburton volvió a hacerlo. En el escenario más grande de su carrera y ante el público más hostil, el base All-NBA se sacó de la chistera otro tiro ganador para firmar una de las victorias más increíbles en la historia de los Indiana Pacers. Esta vez, fue en el Juego 1 de las Finales de la NBA 2025: un lanzamiento con solo 0.3 segundos por jugar que dio forma al 111-110 definitivo ante unos Thunder que llegaron a dominar por 14 puntos en el último cuarto y por cinco a falta de 90 segundos. Una vez más, el conjunto de Rick Carlisle demostró que no conoce el significado de la palabra “imposible”, en este encuentro ha ido por delante exactamente 0.3 segundos, suficientes para ganar
Indiana ya había establecido un récord en estos playoffs con tres remontadas tras estar perdiendo por siete o más puntos en el último minuto. El guion volvió a repetirse en Oklahoma City. Haliburton, que ya había firmado tiros ganadores ante Milwaukee y Cleveland, y que dejó una imagen icónica frente a los Knicks con su triple y gesto de “choke” a lo Reggie Miller, fue otra vez el ejecutor. Esta vez, con sangre fría y precisión quirúrgica, acertó un tiro en suspensión que fue revisado por vídeo y finalmente validado. Hasta ese momento, su actuación había sido discreta: 14 puntos y 10 asistencias, pero como en tantas ocasiones esta postemporada, apareció cuando más importaba.
A su alrededor, los Pacers respondieron como un bloque. Pascal Siakam, MVP de las Finales del Este, lideró la ofensiva con 19 tantos. Obi Toppin fue el revulsivo desde el banquillo con 17 puntos vitales. En el momento de la verdad, Myles Turner y Andrew Nembhard (ambos con ocho puntos en el último cuarto) también se sumaron a la causa de la remontada. El triple de Nembhard a 1:59 del final puso a Indiana a tres. Luego, una bandeja de Siakam redujo la distancia a uno a falta de 49 segundos. Y tras una defensa firme, llegó el tiro que sentenció el partido.
Todo esto ocurrió a pesar de que Indiana protagonizó una primera mitad caótica, en la que perdió 19 balones —la cifra más alta en una primera mitad de unas Finales desde 1990— y terminó con 25 pérdidas en total, una de las marcas más altas en la historia de esta ronda. Pero los errores no fueron la historia del partido. Lo fue su capacidad de adaptación. Lo fue su corazón.
Enfrente, Oklahoma City dejó escapar una oportunidad de oro. Shai Gilgeous-Alexander, flamante MVP de la temporada, terminó con 38 puntos, pero erró un tiro de media distancia que dio pie a la acción decisiva. Jalen Williams aportó 17 tantos, Luguentz Dort añadió 15 puntos y cuatro robos, pero los Thunder no lograron cerrar el encuentro pese a haber controlado el ritmo durante gran parte de la noche. Con 68 victorias en temporada regular —el séptimo mejor registro en la historia de la liga— y un total de 80 contando los playoffs, este equipo joven y explosivo parecía preparado para golpear primero. Pero la inexperiencia pesó en el desenlace.
Mark Daigneault, técnico de los Thunder, intentó sorprender con un ajuste en el quinteto inicial: sentó al pívot Isaiah Hartenstein para dar entrada a Cason Wallace, buscando una alineación más versátil y capaz de defender el ritmo frenético de los Pacers. La estrategia pareció funcionar en la primera parte, en la que Indiana tuvo enormes problemas para atravesar la defensa rival. Con jugadores físicos como Dort, Williams, Caruso y el propio Gilgeous-Alexander, el perímetro de Oklahoma ejerció una presión constante que asfixió a los de Carlisle.
Pero en la segunda mitad, los Pacers corrigieron el rumbo. Dejaron de regalar balones, hallaron fluidez y comenzaron a ejecutar su estilo habitual: ritmo vertiginoso, transición inmediata tras rebote o canasta, y ataque agresivo al aro. La defensa de Oklahoma ya no fue tan eficaz, y el desgaste acumulado empezó a pasar factura.
Indiana, un equipo que ha hecho de la resiliencia su sello distintivo durante esta campaña, se quedó con un primer punto que vale oro. No fue el partido más limpio ni el más ordenado, pero sí fue una exhibición de carácter. La serie continuará este domingo, nuevamente en Oklahoma City, con los Thunder obligados a reaccionar si no quieren viajar a Indianápolis con la soga al cuello.
La historia dice que los Pacers nunca han ganado un título de la NBA. Hoy están a tres victorias de lograrlo. Y con Haliburton en modo leyenda, ya nadie se atreve a descartarlos.


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