De Múnich a Zaragoza, el camino hacia la grandeza continuaba para la Jugoplastika de Split, ahora con un lugar merecido en el cartel de la Copa de Europa. Ya no eran aquellos jóvenes desconocidos de hacía solo un año antes, especialmente después de que piezas fundamentales como Kukoc y Radja sumaran oro en el Eurobasket de Zagreb ese mismo verano. Además, los croatas fortalecieron su equipo con la adquisición de Zoran Savic, un complemento perfecto para Radja en la pintura
Estos jóvenes prodigios jugaban con una sincronización asombrosa, basándose en la premisa de minimizar los botes. Con un enfoque en el poste alto, bloqueos indirectos y un juego de equipo fluido, la Jugoplastika no se limitaba al talento individual, sino que todos contribuían al éxito. Sin embargo, Kukoc y Radja solían estar en la cancha juntos, imparables ante cualquier defensa rival.
El ingenio y el profundo conocimiento del juego eran evidentes. Maljkovic, el estratega detrás del equipo, dejaba que los jugadores participaran en la preparación de los partidos, demostrando una comprensión excepcional del juego. Esta conexión entre el entrenador y el equipo era única, brindando apoyo mutuo en los momentos difíciles y llevando al equipo a un nivel inigualable.
“Algunas veces durante la temporada les decía que tenían que ser ellos los que prepararan el partido. Y lo hacían de una manera fantástica: cómo jugar contra Drazen Petrovic, dónde estaba su lado fuerte, cómo hacer las ayudas, cómo presionar al rival… Esto es el nivel más alto que puede vivir un entrenador: ver que su equipo piensa como él”, recordaba Maljkovic, que no dejaba de destacar que todo fluida alrededor de este equipo “Entrenador y equipo tienen que ser dos vasos comunicantes, y en ese equipo lo éramos. Cuando los jugadores estaban cansados, yo les ayudaba a conseguir moral con mi energía positiva. Y cuando yo estaba depresivo, ellos me daban la energía y la vida para continuar trabajando. En mi vida de entrenador sólo he vivido esto con ese equipo. Buscas palabras, y lo cierto es que era un equipo que no puedes definir”.
En la Final Four de Zaragoza en 1990, la Jugoplastika llegó con un récord de 11-3, pero una vez más no eran los favoritos. El Barcelona, con una formidable plantilla había terminado lideres de la regular con (12-2), era el equipo a vencer.
En la semifinal el dominio de la Jugoplastika fue claro. Los croatas siempre estuvieron por delante en el marcador aunque el Limoges con Brooks y Collins a la cabeza intentó que el partido no se rompiera. Kukoc y Savic fueron claves saliendo desde banco, dando mucha profundidad a su rotación. Radja no fue tan determinante como otras veces pero Perasovic e Ivanovic impusieron un ritmo anotador que los franceses nunca pudieron poner solución. Al final la distancia entre ambos equipos fue clara (101-83).
CEO de Piratas del Basket
twitter personal: @raainaga
twitter web: @piratasbasket
mail: redaccion@piratasdelbasket.net