Los jugadores disconformes con la expansión de la EuroLeague

El ambicioso proyecto de la Euroliga de baloncesto para la temporada 2025/26 ha encendido las alarmas en los vestuarios. La reciente confirmación de que el torneo se ampliará a 20 equipos provocó una respuesta fulminante por parte de la Unión de Baloncestistas Europeos (UBE), que no tardó en hacer pública su postura: los jugadores están en pie de guerra

El comunicado, respaldado por asociaciones de jugadores de países como España, Francia, Italia, Israel, Suiza o Macedonia del Norte, no deja lugar a dudas. El mensaje es directo, contundente y cargado de frustración: la salud de los deportistas está siendo sacrificada en el altar del negocio.

“Las organizaciones deportivas y los dirigentes que las encabezan no pueden aislarse del resto del entorno y construir su propia realidad”, comienza el texto, que dispara sin rodeos hacia la cúpula de la Euroliga.

La crítica apunta a una deriva que los jugadores consideran tan evidente como preocupante: una competición que ha dejado de evolucionar por el bien del juego y lo hace, cada vez más, en nombre del beneficio económico. En cifras, el diagnóstico es demoledor: en la temporada 2015/16, con 24 equipos, se disputaban 31 partidos por equipo. Hoy, con solo 18 equipos, el calendario ha subido a 41 partidos. Con la nueva expansión, la previsión se dispara hasta los 47.

“La ecuación es devastadora: menos equipos que al inicio, pero 10 partidos más por jugador”, resume la UBE.

Pero más allá de los números, lo que está en juego —afirman los jugadores— es el cuerpo y la mente de quienes saltan al parqué. El comunicado lanza una advertencia clara: el modelo actual ya roza el límite de lo asumible, y la nueva ampliación lo traspasa con creces.

“El problema de fondo no cambia: sigue siendo un calendario voraz, excesivo y no consensuado, que parece diseñado para maximizar ingresos, sin importar la integridad física de los deportistas.”

El documento dedica un apartado especial al impacto en la salud. Aumentar la carga sin diálogo ni planificación, sostienen, elevará el riesgo de lesiones y agravará el desgaste mental. Jugar cerca de 100 partidos por temporada —si se suman ligas domésticas, competiciones europeas, entrenamientos y viajes— se está volviendo inviable.

“¿Dónde queda el descanso? ¿Dónde queda el equilibrio? Estamos empujando a los jugadores hacia un entorno insostenible”, se preguntan desde la UBE.

La dimensión psicológica también se pone sobre la mesa: los jugadores alertan del aumento del estrés, de la fatiga crónica y de un contexto cada vez más tóxico, en el que la salud mental queda relegada a un segundo plano pese a los recientes intentos del deporte de visibilizarla.

El comunicado cierra con un mensaje que suena a ultimátum:

“El deporte y el baloncesto necesitan unidad y sentido común. Imponer más partidos, más viajes y más estrés a largo plazo solo traerá malas consecuencias, empezando por la propia Euroleague.”

La pelota ahora está en el tejado de la Euroliga. Mientras los despachos trazan nuevas hojas de ruta en busca de mercados y audiencias, los jugadores —los verdaderos protagonistas— reclaman algo tan básico como ser escuchados. Porque sin ellos, no hay espectáculo.

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