Los Thunder lo han vuelto a hacer. Con una actuación dominante y sin concesiones, Oklahoma City selló su regreso a las Finales de la NBA tras más de una década de espera, superando a los Minnesota Timberwolves por un rotundo 124-94 en el quinto partido de la serie, que cerraron con un contundente 4-1. Fue un triunfo que encendió una ciudad que ha aprendido a ser paciente tras la marcha de Kevin Durant y una reconstrucción que parecía interminable
Shai Gilgeous-Alexander, flamante MVP de la temporada, lideró una vez más con 34 puntos, pero su discurso tras el partido fue todo menos triunfalista: “Esto no es el objetivo. Todavía queda mucho trabajo por delante”, afirmó con la serenidad de quien sabe que la gloria definitiva aún está por ganarse.
A su lado, el núcleo joven que ha resucitado la franquicia volvió a brillar. Chet Holmgren aportó 22 puntos, 7 rebotes y 3 tapones, mientras que Jalen Williams firmó una hoja de 19 puntos y 8 rebotes. Pero más allá de los números, el equipo volvió a mostrar ese carácter que los ha convertido en el fenómeno de la temporada.
Desde el salto inicial no hubo dudas. Los Thunder abrieron el encuentro con un parcial de 11-3 y cerraron el primer cuarto 26-9 con un triple sobre la bocina de Cason Wallace.
La ventaja no hizo más que crecer hasta que, con más de cinco minutos por jugar y una renta de 34 puntos, los titulares dejaron la pista entre ovaciones.
Minnesota, que venía de eliminar a los campeones Denver Nuggets, no encontró respuestas. Julius Randle (24 puntos) y Anthony Edwards (19) lucharon sin premio.
Doce años después de la última aparición de los Thunder en unas Finales, con un jovencísimo trío Durant-Westbrook-Harden, la ciudad vuelve a soñar. Esta vez, con una nueva generación que no quiere dejar su historia a medias.


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