Michael Jordan, del primer al último baile (8): KO ante Steve Alford y Mike Giomi, visto por Julbe en la discoteca Titus

Verano de 1983. Arrasa en la emisoras el “Vamos a la playa” de los italianos Rigueira tras una liga preACB ganada por el Barcelona, con Claude Gregory (Baskonia) como máximo anotador con 30 puntos por día (tuvo posterior paso fugaz por la NBA, y por el Breogán de Lugo en 1990). En Estados Unidos, Michael Jordan (MJ), que estudia Geografía fuera de las canchas, es elegido parte del All-American Basketball, top de los mejores jugadores universitarios del curso 1982-1983. En agosto, lidera a EE.UU. para ganar sin derrota el oro de los Juegos Panamericanos de Venezuela. Meses después, inicia su tercer curso con North Carolina. A ello vamos

En esa época, de la universidad de Virgina sale el larguísimo Ralph Sampson (2,24 m.) como número uno del draft, elegido por Houston mucho antes de que sus rodillas, mordidas por el dolor, lastren su carrera NBA hasta llevarle al Caja de Ronda de Málaga (previo al Unicaja) en enero de 1992 para disputar unos pocos y amargos encuentros de la liga ACB, fotografía de una torre en derrumbe.

Al igual que un Jordan a punto de iniciar su tercer y último año colegial, el joven Sampson (23 años), tiene el mundo a sus pies. En esa misma lotería de universitarios de 1983 que firman su primer contrato profesional, aparecen dos amigos americanos: Darrell Lockhart, número 35 (de gran rendimiento en el Caja Bilbao de 1986 a 1988, y en el Caja San Fernando de Sevilla de 1989 a 1994) y John Pinone, número 58 (mito de Estudiantes desde 1984 a 1993).

En la competición universitaria de la temporada 1983-1984, North Carolina arranca con 20 triunfos seguidos. Jordan sigue coleccionando récords y distinciones. Su estampa con el número 23, la camiseta albiceleste, la muñequera blanca en su brazo izquierdo y sus mates en vuelo con la boca abierta… empiezan a ser una rutina con aroma a mina de diamantes. Hablando de vestimenta, en una famosa foto de grupo de la revista Playbloy (¡sí¡) luce camiseta de Converse pero zapatillas de Adidas.

Saltamos de año, En esa Nochevieja de TVE, Ana Obregón presenta la gala Viva 84 junto a Martes y Trece. Al otro lado del Atlántico, el basket no para. En la jornada 21, los Tar Heels tropiezan. Les rebasa Arkansas por un punto. No pasa nada, falta tiempo para las eliminatorias. Se reponen. Siguen sumando sonrisas hasta la llamada fase Sweet Sexteen.

1984, primavera. En Hollywood, Jack Nicholson, irredento fan de los Lakers, gana en abril su segundo Oscar, ahora cómo actor de reparto gracias a su papel en La Fuerza del Cariño. En España, Antonio Díaz-Miguel merece algo así pero no tiene tiempo para películas, ve otras cosas.

El entrenador manchego (49 años entonces) se hincha a ver vídeos junto a su ayudante Lluis Cortés. Tras abrazar la medalla de plata en el Eurobasket de Francia en 1983, todos soñamos. El equipo nacional gana una gran popularidad merecida.

Son los años de La Movida, el desparpajo y talento emergente de Epi, Fernando Martín y el resto se contagian. Así, los colegios se inundan de maravillosos aros y canastas.

Un día inolvidable para la NCAA. En América, el 22 de marzo huele a día histórico, y algo histérico para Dean Smith, entrenador de North Carolina (UNC). Se mide en un duelo decisivo con Indiana, universidad entrenada por el ruidoso Bobby Knight, gran amigo de Díaz-Miguel.

Al equipo que colidera MJ junto al superclase Sam Perkins, el corajudo Matt Doherty y el center Brad Daugherty (se espera más en su naciente segundo año allí), se añaden este curso dos freshmen en cuyo interior anida un mañana NBA: Kenny Smith, base elegante hasta decir basta, y Joe Wolf, un armario blanco algo más productivo que los de Ikea pero no mucho más (atención, fue NBA de los 23 a los 34 abriles).

Indiana tiene por base/escolta a un chaval llamado Steve Alford. Destaca a pesar de ser novato. A su vera, brega el gigantón alemán Uwe Blad (Dallas Mavericks, 1985-1989), hace pareja interior con un cuatro pálido con vocación de trotamundos, Mike Giomi (jugaría después en clubes de Oviedo, Bilbao, Madrid, Lugo, A Coruña, Gijón, Tenerife,
Alicante…)

Alfred Julbe al habla.

Alfred Julbe, nacido en Barcelona el 7 de julio de 1960, es tres años más joven que Jordan pero ya en los años 80 siente la misma pasión por el baloncesto que el mito norteamericano. Mientras Julbe es parte del equipo técnico de de las categorías de formación del Sant Josep Badalona, MJ llega a North Carolina. Y así recuerda, el prestigioso técnico catalán cómo descubrió a MJ.

“Supe de Jordan por primera vez durante su primer año universitario en North Caroline gracias a que en Badalona teníamos la discoteca Titus, un conocido local que ponía basket universitario y también partidos de la NBA en una pantalla gigante. Sí, diría que fue allí donde le vi jugar por primera vez”, recalca quien hasta el pasado diciembre dirigía al Limoges.

Al preguntarle a Alfred, si intuía entonces que aquel universitario estadounidense llegaría tan alto en el cielo como para ganar seis anillos de la NBA, se sincera.

Julbe: “No creo que pensase entonces en esos términos sobre Michael Jordan antes de que pasara todo lo que consiguió después. Él llega a la Liga en la temporada 1984-1985 en un momento de máximos, con grandes estrellas y equipos muy consolidados, y además es drafteado por una franquicia, Chicago Bulls, que en ese momento no destacaba dentro de la NBA”.

Muy cierto. Los Bulls de los dos cursos previos a la llegada de MJ firman esta tarjeta: 28 victorias en el curso 1982-1983 y 27 triunfos en la siguiente. Tras fichar al 23 de North Carolina, acaban con 38 triunfos, pocos pero suficientes para meterse en el play off tras dos años fuera.

A todo esto, en esa época, Julbe pasa de ser el faro del equipo juvenil del Sant Josep a convertirse en segundo entrenador ayudante de Aíto García Reneses en el Joventut de Badalona de 1984-85, cuya plantilla cuenta con Antón Soler, Miki Abarca , Matraco Margall, Andrés Jiménez, Montero, Vecina, Rafa Jofresa, Villacampa, Francisco Javier Herrera, Gerald Kazanowsky, Bartolomé y el añorado Mike Schultz.

Ese descarado equipo de la Penya supera al Barcelona en semifinales y se proclama dolido pero ilusionado subcampeón de la ACB tras perder en una final a tres duelos (2-1) con el Real Madrid de los Corbalán, Iturriaga, los hermanos Martí, Jackson, Robinson, Velasco, Romay, Del Corral, Biriukov, Rullán y Romay, entrenados por Lolo Sainz. Por cierto, ya como primer entrenador, Julbe ganaría en la Penya la Copa del Rey de 1987 pero… desandemos hasta esa primavera de 1984, al famoso Indiana – North Carolina.

Dan Dakich y Alford, Indiana al estilo Bobby Kight. El The Omni de Atlanta (Georgia) está a reventar para ver un cara o cruz de la East – Regional Semifinal. Antes de que el balón echa a botar, se jalea a cada jugador presentado. Un rugido final, con aplausos volando más alto que otros, precede la presentación del 23 de
UNC: “Maaaaaaiiii…kel Ioooooordan”, dicen por megafonía.

Le anuncian el último de los diez titulares que saltan al parqué entre cabriolas de las cheer leaders. Se nota que el baloncesto está de moda. La llegada a la NBA de Larry Bird y Magic Johnson cala también en el basket universitario. El día es una fiesta. El marketing cabalga. Son los felices años 80.

Al revisar en Youtube vídeos de este partido entre Indiana (hoosiers) y North Carolina (tar heels) compruebas que el primer tiempo es deslucido en ataque pero hermoso para el histriónico Knight, que grita desde la banda con una de sus habituales chaquetas de cuadros. En North Carolina, el juego chirría, lastrados por un Smith que lleva un vendaje en su muñeca izquierda. Se llega al descanso rompiendo los pronósticos. Jordan baila con Dan Dakich, un segundón que le defiende con acierto. Al intermedio, el marcador pone: Indiana 32, North Carolina 28. Algo pasa. Algo hay que cambiar, piensa Dean Smith, como quizá sienta Jordan. Todo sigue igual. Miento, todo va peor para los Tar Heels.

Indiana sigue por delante en el segundo tiempo, yendo a más hasta el punto de que Alford al contraataque anota una bandeja escorado a tablero por encima del salto de Jordan, y traza un aterrador 57 – 45. Alford anota desde todas esquinas. Giomi le ayuda ese día con 7 puntos y 6 rebotes.

Tiempo muerto de UNC. A menos de ocho minutos del The End, pierden por 12. Kenny Smith sigue en la cancha timorato, mermado por su vendada mano izquierda, tanto que incluso hace un airball. Toca intentarlo. Perkins y Jordan sacan partido a su desesperado esfuerzo defensivo, y de ahí nacen varias canastas que aprietan el resultado.

Indiana sigue por delante. Alford martillea con cada tiro libre y Jordan actúa casi en solitario, duro detrás, acelerado delante… A dos o tres minutos para el final, el pegajoso Dakich sale de la cancha por cinco faltas personales y un resignado Jordan lo hace también eliminado a un minuto y once segundos de la conclusión. Da igual. Ya hay sentencia dictada.

Alford y Jordan, rivales y compañeros. La sorpresa cuaja. Jordan no ganará ningún otro título de la NCAA. Se va al banco tras conseguir 13 puntos y un mísero rebote (su media este curso: 19,6 p y 5,3 reb.). Acaba de concluir su último partido universitario. Perkins firma 26 p. y 9 reb. El resto de North Carolina es un desierto.

En Indiana, Alford ha jugado los 40 minutos, trazando uno de los partidos de su vida (27 p, , 6 reb., 3 asistencias, 2 robos, ninguna pérdida), apoyado por los 16 p de Blab. Por si fuera poco, aparte de Giomi, y el peleón Dakich, sobresale Stew Robinson, que promediaría 5 puntos en toda su carrera colegial pero que en esta jornada firma 14 p. Todos ellos juntos, tumban el sueño de los Tar Heels de Michael Jordan.

Semanas después, Alford y Knight caen en la final de la eliminatoria East Regional, ante Virginia por 50-48, despidiéndose así de un torneo que gana Georgetown con Pat Ewing y David Wingate como estrellas. Eso sí, Jordan al menos vence en la votación de Mejor Universitario del Año, un ligero consuelo para alguien que encara una nueva misión: ganar la medalla dorada de los Juegos Olímpicos de Los Angeles ese mismo verano.

Ya llegaremos a ello. Quedan 36 años para que el mundo deportivo se sacuda con el estreno de The Last Dance, el exitoso documental de la ESPN, y en ese 1984 Jordan se prepara para su primer baile olímpico.

Y, caprichos de la vida, Steve Alford también. Ambos van a ser entrenados en la selección de EE.UU. por Mr. Knight, apodado… El General. Mientras, aquí, el Real Madrid trata de solventar mil enredos legales para que Biriukov pueda jugar como español en el club.

Por Xabier Sanmartin Cuevas, periodista autor del libro Aquellos Maravillosos Aros [63 reportajes sobre grandes del baloncesto de los años 80 y 90 de ACB, NBA…] https://libros.com/comprar/aquellos-maravillosos-aros/

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