Fuertes en defensa y efectivos desde el tiro exterior, los rojinegros hacen vibrar a un Palacio a rebosar para sumar el tercer triunfo de la temporada
Conectados desde el minuto cero, sin dudas, sin complejos y demostrando ser una plantilla unida y segura. Estas fueron algunas de las claves para que el Covirán Granada sumase su primer triunfo como local en un Palacio de Deportes como el de las grandes ocasiones. Cerca de 6.500 aficionados vibraron con los casi 100 puntos de su equipo (99-84) en un partido que ya queda guardado en el libro de las grandes noches de este pabellón.
El Covirán Granada arrancó su encuentro ante el colíder de la ACB con una gran energía y concentración sobre el parqué. Alex Renfroe fue el encargado de abrir el marcador con un triple, marcando así la pauta que el equipo seguiría a lo largo de la primera mitad del partido. El acierto desde el tiro exterior se convirtió en el mejor aliado de los rojinegros para hacer frente a los ‘Men In Black’. En pocos minutos, el conjunto local se colocó seis puntos arriba con el 17 a 11 en el marcador. El punto débil de los de Ponsarnau es el juego interior, sus pívots no se caracterizan por su físico y ahí Felicio se hizo grande.
Los granadinos buscaron un juego rápido en transición y el potencial físico de Felicio y Maye para hacer daño a su rival. A esto se le unió el juego revulsivo de Prince Ali que apareció en los momentos claves para frenar los amagos de remontada de los bilbaínos. El conjunto de Ponsarnau sufrió en sus propias carnes qué es el Covirán Granada cuando juega al 200%. El primer cuarto finalizó con siete puntos de ventaja para los locales (27-20).
La actuación de Covirán Granada estaba cerca de rozar la excelencia en los primeros diez minutos, dejando a un Bilbao Basket claramente perdido en el encuentro y sin aparentes soluciones. Su gran juego vino de su quinteto titular, mismo que el del encuentro ante UCAM Murcia y en el segundo cuarto, en especial, por parte de los jugadores que salían desde el banquillo. Pere Tomás y Jacobo Díaz mostraron en pista eso que tanto pide Pablo Pin, ser una superestrella cuando se esté en la pista, sean los minutos que sean. El ala-pívot canario peleó cada balón para darle una posesión extra a su equipo, mientras que Tomás deleitó a un Palacio casi completo con sus triples imposibles.
El acierto desde el tiro exterior volvió a ser clave. Los rojinegros anotaron cinco triples en el segundo periodo, una efectividad que dejó casi KO a su rival. A pesar de la aparente superioridad del Covirán, Pablo Pin paró el partido con el 46-38 en el marcador. Se necesita la excelencia para ganar un partido en la ACB. Con Bilbao en bonus a falta de poco menos de cuatro minutos para marcharse al descanso, los granadinos lograron aumentar su renta hasta los doce puntos. Esto sumado a las dos técnicas que los colegiados señalaron a Hakanson y al banquillo visitante dio cada vez más oxígeno a los de pablo Pin. Aun así, esto es la Liga Endesa y ningún partido se puede dar por ganado hasta el pitido final, menos aun en el descanso. Bilbao reaccionó levemente a raíz de un par de errores de los rojinegros y se marchó a vestuarios con una desventaja mínima de cinco puntos (53-48).
Tras el paso por vestuarios, el técnico granadino apostó por su quinteto de gala formado por Prince Ali, Cristiano Felicio, Thomas Bropleh, Alex Renfroe y Luke Maye. El arranque del tercer cuarto fue algo convulso para ambos equipos. Los fallos se sucedieron, pero fue Bilbao Basket el primero en reaccionar. Una vez más, los vascos supieron encontrar los huecos más mínimos para cuajar su remontada. De la mano de Jeff Withey, los de Ponsarnau llegaron a colocarse por delante por primera vez en el encuentro, pero Alex Renfroe decidió que esto iba a ser simplemente un amago, no una realidad. El americano se colocó la capa de superhéroe para mantener vivo a su equipo a base de triples.
Tardó en mover el banquillo Pablo Pin, de hecho los primeros cambios en el tercer cuarto llegaron cuando solo restaban 3:47 para finalizar el periodo. Aunque tardasen quizás más de lo esperado, las rotaciones surtieron efecto. El Covirán Granada subió mil marchas más a su juego, aupados en gran medida por su afición, para prácticamente sentenciar el encuentro. Cada rebote, cada robo y cada canasta tenían un único nombre, el del conjunto rojinegro.
Con el 80 a 66 del inicio del último periodo, el trabajo estaba prácticamente hecho, pero había que aguantar la intensidad hasta el pitido final. Sin confiarse, sin dar el partido por ganado y luchando cada balón como si fuesen los ojinegros los que iban perdiendo en el marcador. Covirán Granada aprendió la lección. La victoria se escapó ante Manresa por no rematar el partido, esta vez no iba a ocurrir lo mismo. Con un triple de Christian Díaz y un posterior mate de Petit Niang, Jaume Ponsarnau tuvo que parar de nuevo el juego. La distancia ya era cercana a los veinte puntos y la reacción final de su equipo no se atisbaba por ningún lugar. El partido estaba sentenciado. Prácticamente desde el ecuador del último periodo, los rojinegros disfrutaron y se divirtieron como nadie sobre el parqué. Tal era la superioridad del equipo, que Pablo Pin decidió premiar a Ramón Vilá tras tantas semanas de trabajo y esfuerzo y, sobre todo, de paciencia, dándole sus primeros minutos en la competición. El Palacio al fin pudo disfrutar de una de esas grandes noches de baloncesto, esta vez sí con triunfo.
fuente: granadadigital.es
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