El Palacio de Deportes de Granada vivió una mañana de emociones intensas en un duelo que, sobre el papel, parecía inclinarse hacia el todopoderoso Baskonia. Sin embargo, los locales, liderados por su habitual carácter combativo, plantaron cara hasta el último segundo en un encuentro que dejó a la afición con la miel en los labios
El Covirán Granada arrancó con fuerza, protagonizando un fulgurante parcial de 14-0 que desató la euforia en las gradas. Con una defensa férrea y una movilidad en ataque que rozaba la perfección, los de Pablo Pin hicieron temblar los cimientos del conjunto vasco, que parecía extraviado en la pista. Agustín Ubal y Jacob Wiley lideraban un quinteto que jugaba como un reloj suizo, mientras Baskonia se enredaba en acciones individuales y perdía balones clave.
Pero la magia inicial de los granadinos comenzó a desvanecerse con las primeras rotaciones. El desgaste físico y la entrada de la segunda unidad hicieron mella, permitiendo a Baskonia recortar distancias y cerrar el primer cuarto solo dos puntos abajo (20-18).
El segundo periodo evidenció las carencias del Covirán en momentos clave. Cuatro minutos sin anotar dieron alas a Baskonia, que aprovechó el desconcierto local para endosar un parcial de 0-13. El tridente formado por Sedekerskis, Rokavopoulos y Baldwin castigó con dureza a los granadinos, que necesitaban un cambio urgente de dinámica.
Pablo Pin, consciente de la situación, movió fichas para devolver intensidad a su equipo. Y la reacción no se hizo esperar: robos, rápidas transiciones y un parcial de 12-2 permitieron al Covirán retomar el control del marcador justo antes del descanso (36-34).
La reanudación trajo consigo un nombre propio: Chima Moneke. El ala-pívot nigeriano tomó las riendas de Baskonia con una actuación sobresaliente que descolocó por completo al Covirán. Su capacidad para sumar tanto desde la pintura como desde el perímetro fue un quebradero de cabeza constante para los locales, que además tuvieron que lidiar con decisiones arbitrales controvertidas.
El Covirán entró en bonus demasiado pronto, lo que condicionó su defensa y permitió al conjunto vasco ampliar su ventaja desde la línea de tiros libres. A pesar de los intentos de los rojinegros por mantenerse en la pelea, los fallos en el tiro exterior y las pérdidas en momentos clave terminaron por inclinar la balanza en favor de Baskonia al cierre del tercer cuarto (50-55).
Con todo en contra, los granadinos apelaron a su orgullo en el último tramo del encuentro. Wiley y Rousselle lideraron la resistencia, mientras la grada empujaba con cada jugada. Un parcial final de 10-2 encendió las esperanzas del Palacio, dejando el marcador en 72-75 a falta de menos de un minuto.
Un tapón providencial de Amine Noua parecía abrir la puerta al milagro, pero los errores desde la línea de tiros libres y la falta de acierto en el ataque decisivo sentenciaron a un Covirán que lo dio todo hasta el último aliento.
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