Turquía será el rival de España en el cruce de octavos de final que se disputará el domingo. En otros tiempos, y más celebrándose la fase final del Europeo en Estambul, esta hubiese sido una pésima noticia para la selección. No en vano, los dos grandes éxitos internacionales del combinado otomano llegaron en su casa, bajo el amparo de su animoso público, en un ambiente infernal que les catapultó a la medalla de plata en el Europeo 2001 y en el Mundial 2010
Sin embargo, este equipo poco o nada tiene que ver con los de aquellas gestas, envueltas en gritos y cánticos de hinchas furibundos, y rellenas de jugadores de talla NBA. El infierno ha quedado reducido a infiernillo. Ya no están Turkcan, Turkoglu (actual presidente de la de la Federación Turca), Kutluay, Okur, Tunceri… héroes de aquel equipo que parecía invencible en su cancha. Sólo una gran Yugoslavia en 2001 y el enésimo Dream Team en 2010 les privó de colgarse el oro en su país.
De esa última epopeya sólo quedan dos jugadores, Erden y Guler. Ya no están Asik, Arslan, Ilyasova, Savas… Ni siquiera Ergin Ataman ocupa ya el cargo de seleccionador, sustituído por el exjugador Ufuk Sarica, que llevó al Pinar Karsiyaka a conquistar la Liga turca en 2015. Suya es la misión de insuflar aire fresco a esta remozada selección que vive ahora de sus jóvenes.
Y no parece que hayan alcanzado la madurez por lo visto en la primera fase, en la que cayeron ante Rusia (73-76), Serbia (80-74) y Letonia (89-79) y sufrieron ante Gran Bretaña (70-84) y Bélgica (78-65). Su cuarta posición en el grupo D revela la debilidad de un grupo al que parece faltarle un hervor en la alta competición.
UNA ESTRELLA EMERGENTE
Su estrella es Cedi Osman, alero de 2,00 m y 22 años del Efes que está promediando 16 puntos, y que a partir de la próxima campaña jugará en la NBA con los Cavaliers. Junto a él, otros jóvenes como el escolta Sipahi, el alero Korkmaz, el pívot Aldemir, los exteriores no tan jóvenes Koksal y Mahmutoglu o el ala-pívot Hersek. El punto de veteranía lo ponen el escolta Guler (33), adalid defensivo junto a Balbay, y el pívot Semih Erden (31).
La mayor fragilidad de los otomanos está en el juego interior donde Erden (2,13 m) es la gran y casi única referencia de su selección. Las bajas de Asik (2,13), jugador de los Pelicans aquejado de un raro virus desde febrero, Ilyasova (2,08) y Oguz Savas (2,13) debilitan su juego en la pintura. Los bisoños Sanli (2,14 m) y Yurtseven (2,13 m) aún están verdes para la alta competición.
Con este panorama, España parte como clara favorita en una eliminatoria que se disputará el domingo. El infierno turco, tan temible en otras ocasiones, no debería bastar para aupar a un equipo manifiestamente inferior al español, sobre todo en el juego interior, donde los Gasol deberían marcar diferencias sin problemas.
Pero harían mal los de Scariolo en fiarse. El ambiente infernal que les espera en el Sinan Erden Spor, con capacidad para 16.000 espectadores, es capaz de obrar milagros y provocar más de una descomposición entre los árbitros. No es la primera vez que ha sucedido, y podría repetirse.
Fuente: marca.com
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