Innumerables son las historias de superación contadas acerca de personas que, gracias a una envidiable ética de trabajo, han llegado a lo más alto. Jimmy Butler no entra en ese grupo, y no porque naciera con ese don reservado para unos pocos, sino todo lo contrario. Sin figura paternal, abandonado por su madre y vagando por las calles sin un techo, así paso su juventud. Una historia que da para película
EN BUSCA DE UN TECHO DONDE DORMIR
“No me gustan esas pintas, vete de una vez“. Esa es la frase que escuchó Jimmy Butler con 13 años, y con la que se le obligó a afrontar la realidad en su máxima crudeza. No salió de la boca de cualquier persona ajena a su vida, la pronunció su propia madre, que a partir de ese momento se negó a ejercer cualquier responsabilidad sobre el joven, dejándolo tirado, literalmente, en la calle. Jimmy tenía que buscarse la vida sólo.
Sin una figura paterna, y abandonado por el único icono familiar que conservaba hasta aquel día, el joven Butler, pese a su carácter introvertido y tímido, decidió que la única solución que le quedaba era pedir ayuda a sus compañeros de escuela y amigos. Así pasó algún tiempo, vagando de hogar en hogar durante el máximo periodo que los padres de sus conocidos le permitieran.
Durante sus tres años en ‘Tomball High School’ ese fue su día a día, el sentirse un extraño pisara el hogar que pisara, sabiendo que ninguna de todas aquellas personas con las que compartía su vida eran ni serían nunca parte de su familia… pero Butler estaba equivocado, porque pronto aparecería su salvador, o, mejor dicho, salvadora, que lograría hacer de aquel joven un hombre de bien, pero vayamos por partes.
La amistad que cambiaría su vida se la daría, como no podía ser de otra manera, el baloncesto. Jimmy pasaba horas jugando a aquel deporte que le servía para refugiarse de las circunstancias ajenas a la propia cancha, y gracias a ello, Jordan Lesley, un joven de la edad y barrio de Jimmy, quedó impresionado de su nivel, por lo que lo retó a un concurso de triples, que serviría como excusa para comenzar una vital amistad.
La relación entre ambos jóvenes pronto trascendió más allá de las pistas de baloncesto. Jordan se percató de la situación de su compañero, que volvía a dormir en la calle por no tener cobijo. Entonces decidió invitarlo a su hogar, así como presentarle a su amplia familia, formada por 7 hermanos. Michelle Lambert, madre de todos ellos, pronto lo acogió, y, pese a las dificultades económicas que suponía criar ‘un hijo’ más, ella lo aceptó y educó como si fuera uno más. Su salvadora.
DE VAGABUNDO A UNIVERSITARIO
Butler, tras la ardua y dificultosa adaptación a su nueva familia, y a su nueva vida, finalmente consiguió un gran vínculo con aquellas personas y comenzó a desarrollar una educación que hasta aquel momento no había aprovechado. A su vez, Jimmy jugaba como senior en la escuela, y comenzó a despuntar promediando 19.9 puntos y 8.7 rebotes. Pese a ello, ninguna Universidad prestigiosa llamó a la puerta de los ‘Lambert’.
El siguiente paso fue recalar en el ‘Tyler Junior College’, donde, centrándose en su pasión por el baloncesto, y desarrollando su labor como ‘freshman’, el escolta logró ser el máximo anotador, haciendo así que su nombre figurara en las ofertas de Universidades de fama nacional como Marquette, Kentucky e Iowa State. La elección sería un momento clave para su vida futura.
“De todos los jóvenes que he entrenado, ninguno pasó más tiempo en el gimnasio o viendo partidos conmigo que Jimmy”, decía Brad Ball, quién dirigió a Butler en esa etapa preuniversitaria. “Estaba los sábados antes de cada práctica, y constantemente me llamaba para ir al gimnasio”. Esto refleja la ética de trabajo y la dureza que desde bien pronto demostraba Jimmy.
Marquette. Ese fue el destino de Jimmy, pero no por su propia decisión. Su ‘nueva madre’ lo escogió por motivos educativos y académicos. “El baloncesto es importante, pero puede no durar para siempre“, le decía constantemente Michelle. Butler lo entendería bien pronto. En su año de sophomore se pasó prácticamente toda la temporada en el banquillo, viviendo algunos de los momentos deportivos más duros de su carrera.
Buzz Williams, entrenador y principal culpable de dicha suplencia, lo explicaba así: “Nunca he sido tan duro con un nadiecomo con Jimmy. Lo fui porque él mismo no sabía lo bueno que podía ser. Le dijeron toda su vida que no podía ser bueno”. La dureza de Williams parece que no sería en vano. Tras promediar 5.6 puntos en menos de 20 minutos durante su primer año, la explosión de Jimmy llegaría un año después, y ya para el tercero alcanzaría las15.7 dianas por encuentro.
Butler había destapado su faceta más anotadora y se implicaba en defensa como el que más, pero eso no era lo más importante, porque el líder de Marquette había logrado ser agresivo en la cancha, dejar la timidez fuera del pabellón, plasmar una vida dura en un juego de la misma índole y tener ese espíritu de luchador y ganador que tanto caracteriza a las leyendas.
LA NOCHE MÁS DECISIVA DE SU VIDA: EL DRAFT
Jimmy Butler había madurado, tenía buen nivel baloncestístico, ¿pero era suficiente para dar el salto a la NBA? Las páginas especializadas en el Draft no le daban como elegible, no lo veían entre los futuros jugadores de la liga. Todo eso cambió cuando en el partido de exhibición previo al día señalado, Butler se convirtió en el MVP del mismo. Tras concluir el encuentro algunos ojeadores se pusieron en contacto con él, pero ni siquiera disponía de un representante que lo aconsejara. Con esta actuación, el sueño parecía cada vez más cerca…
23 de junio de 2011. Tras más de una hora de espectáculo en el que nombres a recalcar como Irving, Kanter o Kemba Walker copaban las primeras posiciones (también fueron elegidos Klay y Kawhi), la primera ronda del Draft estaba a punto de concluir. La trigésima posición la ocupaban los Chicago Bulls, que finalmente decidirían que el jugador formado en Marquette sería su elección. David Stern así lo anunciaba: “With the 30º pick, in the 2011 Draft, the Chicago Bulls select: Jimmy Butler, from Marquette University”. Lo había conseguido, ahora estaba a las órdenes de Tim Thibodeau, ahora ya era un ‘Bull’.
“Ha sido un largo camino. Como pueden ver, no puedo parar de llorar”, así relataba aquellos momentos la principal artífice de que Butler diera el paso a la mejor liga del mundo, Michelle Lambert. Lo había conseguido, estaba viendo a ‘su hijo’ triunfar, y era gracias a ella y los demás miembros de aquella amplia y peculiar familia. Porque familia no es quien comparte tu sangre, sino quien hace lo que Michelle hizo por Jimmy.
DEL VACÍO DE LAS CALLES A LA CIMA DEL BALONCESTO
Tras pasar sus seis primeros años en Chicago, donde se convirtió en el líder absoluto de la franquicia, los Bulls decidieron tomar otro rumbo y Jimmy este verano hizo las maletas hacia Minnesota, donde se ha reencontrado con el entrenador que lo seleccionó en el Draft y que mejor ha entendido su juego en la NBA, Tom Thibodeau.
El palmarés de Butler, que ahora tiene 28 años, ya es envidiable: jugador más mejorado de la temporada (2014), 3 veces seleccionado para el All-Star Game (2015, 2016, 2017), 3 veces en el 2º quinteto defensivo de la temporada (2014, 2015, 2016), una vez en el 3º quinteto de la temporada (2017) y medallista olímpico(oro en 2016).
Jimmy Butler, un caso único de coraje y superación, de cómo pasar de sobrevivir en las calles a saborear la gloria, de cómo hacer del problema una oportunidad para superar las adversidades.
Photo NBA Media
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