“Creo que deberíamos compartir el trofeo porque ha hecho cosas increíbles que no he visto nunca”. Así definió Zach LaVine, campeón por segunda vez consecutiva del Concurso de Mates del All Star, lo que el sábado 13 de febrero de 2016 en el Air Canada Centre de Toronto ofrecieron al planeta él mismo y Aaron Gordon. Leyenda viva, hombres que vuelan, dos desempates necesarios tras interminables puntuaciones de 50… Lo nunca visto. El mejor concurso de mates de la historia, con el permiso de aquellos mágicos duelos Jordan vs Wilkins
Ante las miradas en primera fila de Spike Lee y Drake, frente al juicio de Magic Johnson, Shaquille, Tracy McGrady, George Gervin y Dikembe Mutombo, ante los ojos del mundo entero, LaVine y Gordon volaron. Dejaron de ser seres humanos para cambiar tal condición por casi una hora de elevación que se tornó en excitación: balón al aire, cazado en vuelo tras el bote, pasado por detrás de la espalda y volcado a una mano dando media vuelta al cuerpo cercano al aro (LaVine)… Recogida del esférico sobre la cabeza de la mascota de los Magic, pasando las piernas juntas estilo sentado en el aire sobre ella y volcada galáctica (Gordon). Y así una y otra vez, otro 50, y otro, empate y seguimos, una fiesta sin precedentes.
Los jueces saltando por los aires, Curry dandole un puñetazo al balón tras ser despedido por un mate entre las piernas saltando desde el tiro libre de LaVine que le dio el título. McGrady tirando la toalla, los niños del pabellón y del mundo entero con la boca abierta, soñando imposibles mientras los contemplan. Will Barton y Andre Drummond dirán un día a sus nietos que participaron como dos espectadores más al show aéreo más inolvidable de todos los tiempos. No fueron voladores humanos, fueron dioses disfrazados de jugadores, como diría un tal Larry Bird.
[su_youtube_advanced url=”http://youtu.be/L3qJFjlDvKY”]Redactado por basquetplus.com / Photo NBA Media
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