La figura de Michael Jordan como jugador de baloncesto es tan grande que no cabe en el mapa. Y en esta primavera alicaída a causa del coronavirus, el estreno de The Last Dance [El último baile] repone el arcoiris de nuestros días y dibuja una sonrisa que nos ayuda
Este documental de 10 capítulos producidos por el canal ESPN, estrenado en medio mundo el 19 de abril a ritmo de dos capítulos por semana, invita a viajar en el tiempo. Y a eso vamos, a revivir desde el primer al último baile de Jordan, un recorrido donde habrá distintos compañeros de ruta.
Viajemos a noviembre de 1981. En España, la añorada revista Nuevo Basket, fundada en 1980 por Franco Pinotti, gana público igual que lo suma el baloncesto, que a mediados de esa década verá nacer otra publicación, Gigantes del Basket (que todavía existe y acaba de lanzar un recomendable especial de Jordan).
En España preside el Gobierno el centrista Adolfo Suárez (UCD) y en Estados Unidos acaba de salir elegido Presidente un actor blanco llamado Ronald Reagan.
En la NCAA un freshman llamado Michael Jordan que luce el número 23 va a debutar con el equipo de la universidad de North Carolina. Dean Smith, entrenador, es citado por muchas fuentes como uno de los motivos para que este alero fibroso de 1,98 m opte por este equipo de su tierra natal.
Estamos en Charlotte, capital económica de ese estado. Jordan juega en casa. Se estrena al lado de compañeros que al igual que él serán All Star en la NBA: James Worthy, futuro mito de los Lakers ya con barba pero sin gafas, y Sam Perkins, venidero talento de Dallas, Lakers, Sonics y Pacers.
En este estreno como Tar Heels, como llaman a los jugadores de North Caroline (en alusión a los talones de alquitrán de ese ese estado), el chaval saltarín y anotador que brillaba en el instituto Laney de Wilmington, donde también vestía el 23, anota 12 puntos con un porcentaje de tiros de campo del 50%. Worthy anota 23 p. y Perkins 16 p.
Y este es el scouting que hace de ese partido al revisarlo en Youtube el entrenador Rafa Ruiz, del Oribeltza de Portugalete (Bizkaia), vocal además de la directiva de la Asociación Vasca de Entrenadores de Baloncesto (AVEB). Empieza por hablar del rol defensivo de este novato.
“Sorprende la gran intuición de Jordan para conocer la trayectoria de los rebotes, tanto en defensa como en ataque, aporta. Muchos de sus rebotes ofensivos acaban en mate, dando muestra de su intensidad. Tiene solo 18 años pero se aprecia que ya es un jugador muy activo, con un motor a tope de revoluciones, roba muchos balones y pone tapones, se esconde y aparece para robar el balón en el bote a todo el que se relaje un solo segundo. En cuanto obtiene un rebote defensivo, sale botando al campo contrario para iniciar el ataque lo antes posible, es rapidísimo en estas transiciones de defensa a ataque”, detalla Rafa.
Gana el equipo de Jordan por 74 a 67. Aún no hay tiros de tres puntos y el tiempo de posesión es de 35 segundos en días en que la Primera División española, liga de 14 equipos entonces y previa a la ACB, se disputaba con posesiones que podían durar hasta 30 seg. (así fue hasta que en la temporada 2000-2001 la FIBA lo acortó los actuales 24).
Volvamos a 1981. North Carolina colecciona triunfo tras triunfo, así hasta 13 seguidos, ganando siempre por una diferencia de más seis puntos o más (solo una vez vencen por cinco) pero el 21 de enero de
1982 toca bailar con la más fea: llega la primera derrota universitaria de Michael Jordan, ante Wake Forest, por 48-55. Iban por delante 32-25 pero una defensa 2-3 se les atraganta.
Jordan es la tercera opción ofensiva del equipo, detrás de Worthy, que es junior, es decir, vive su tercer año universitario, y de Perkins, sophomore, o sea, jugador de segundo año. Son el tridente del equipo de Dean Smith, que diría Marca, o el Big Three, como lo llama la NBA.
En la próxima entrega revisaremos como Jordan se acerca a su primer título, detalleremos el scouting de su juego de ataque, todo en días del curso 1981/1982, cuando la élite del baloncesto en España tenía como máximos anotadores a Larry McNeill, Brian Jackson y Nate Davis (para muchos, el Jordan de aquella época en nuestro país, formado en ese mismo estado, en Carolina, pero en la Universidad de Carolina del Sur).
Por Xabier Sanmartin Cuevas, autor del libro Aquellos Maravillosos Aros [63 reportajes sobre grandes protagonistas del baloncesto de los años 80 y 90 de ACB, NBA…]
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Redactor · Artículos de opinión
twitter: @xabisanmartinc