A Michael Jordan (MJ) ya nadie se refiere como Mike en el arranque del curso 1984-1985. Mueve más público, anunciantes y periodistas que varias figuras de la NBA pero aquí nadie lo sabe. Error, Miguel Eduardo Hansen Mejías, a quien todavía no llamamos Mike, sí lo sabe. A los 14 años, guiado por su padre, militar en la base norteamericana de Torrejón de Ardoz (Madrid), se sienta a frente a un privilegiado televisor a contemplar estrellas que el resto desconocemos porque aquella TVE emite algún All Star suelto y poco más
Durante su sexto partido profesional, Jordan se mide a una futura pesadilla todavía por dibujarse: los Detroit Pistons. Esa noche, Isiath Thomas mete 35 puntos y Bill Laimbeer 17, los únicos titulares entonces del clan salvaje que luego llamaríamos Bad Boys. Ganan los Bulls de forma ajustada. MJ clava 25 p. antes de que Chicago supere con comodidad a los Knicks de Bernard King, una de las estrellas de la liga, entre cuyos compañeros suplentes está Ken Bannister, pívot aspero que no da besos ni en Navidad, y que, apodado “Animal”, sería luego parte del Baskonia (1993-1994), Zaragoza (1994-1996) y fugazmente del Joventut y Fuenlabrada (en ambos casos en el ejercicio 1996-1997).
En los primeros cinco encuentros NBA, Air Jordan lográ una media de casi 20 puntos pero descubre que no basta en un equipo perdedor que lleva años fuera de play off. Así, en los siguientes encuentros eleva su media anotadora para desequilibrar varios partidos igualados. Acumula 27 p. (más 9 rebotes) para rebasar a Indiana (con el futuro ACB Granville Waiters como pívot de rotación, después en Barcelona 1988-1989 y Caja Bilbao 1989-1990).
Esa noche, Jordan saluda en el parqué a Vern Fleming, oro olímpico que está en el banquillo de los Pacers catando la dura vida de los otros rookies. En la prensa estadounidense, las hazañas del novato que viste el 23 de los Bull van calando. Medios como “The Sporting News” le proclaman ya el heredero del Doctor J. El titular es prematuro pero huele a predicción más certera que las de videntes televisivos con eco en aquella España, como Rappel.
En esos días, a finales de 1984, en nuestros cines de barrio estalla un subgénero callejero made in Spain formado por películas como “El Pico” o “El Vaquilla”. En la radio, suenan los primeros discos de Siniestro Total, Gabinete Caligari, Radio Futura o Mecano y en los kioskos, se compra “Nuevo Basket”, revista dirigida por Franco Pinotti (falta un año para que salga “Gigantes” antes que nazcan otras posteriores como “Don Basket”). Mientras, decenas de miles de infantes y adolescentes estrenamos las canastas que florecen en escuelas, colegios, institutos o parques, un bum impulsado por la plata de España en Los Angeles 1984. Allí, en ese pabellón, en el Forum de Inglewood (L.A.)., ese día de verano, el del del último partido amateur de Jordan, está sentado en la grada un imberbe Mike Hansen y su familia.
Mike Hansen, hoy presidente del Carramimbre CBC Valladolid, al habla.
“Mi padre pudo pagarse de joven un master en Los Angeles, en USC, gracias a hacer varios trabajos a la vez, socorrista, camarero… y a que tenía uso tíos en la ciudad y se quedaba con ellos, y años después, en 1984, tras mucho ahorrar de nuevo, nos dio la sorpresa de decir que íbamos a pasar un mes en Los Angeles para ver los Juegos Olímpicos. En ese viaje nos quedarnos en casa de los tíos. Y cuando ya se estaban acabando los Juegos me dijo… ‘Mike, ¿a qué no sabes para que partido tengo entradas? Para la final de baloncesto que juegan Estados Unidos y España’. Imagínate lo que suponía para un chico de 14 años algo así…”, explica Mike con el entusiasmo de quien aún puede revivir ese momento con solo cerrar los ojos y escuchar el ambiente de uno de esos partidos que marca vidas, la suya, y a otro modo, la nuestra.
Hansen, nacido el 17 de abril de 1970 en Torrejón, heredó la afición por el baloncesto: “Yo seguía mucho la liga universitaria porque mi padre era muy aficionado. Él era militar y me despertaba de noche para seguir los partidos en la televisión de la base norteamericana de Torrejón. Y me acuerdo de ver la famosa final de 1982 entre North Carolina, con Worthy y Jordan y Georgetown, con Pat Ewing, la del canastón (“The Shoot”) decisivo de Jordan. Esa fue la primera vez que le vi, yo tenía 12 años y me enamoró ese tiro sabiendo que era su primer año en la NCAA. Así empecé a seguirle”.
El Mike Hansen chaval crece jugando en Torrejón antes de unirse al equipo infantil del Real Canoe de Madrid, entrenado por Jorge Osma, de donde salta a la selección española que queda Campeona de Europa de esa categoría en Stuttgart (Alemania) con compañeros como Tomás Jofresa y Miguel Ángel Martín (“El Cura”) y Pepu Hernández como técnicos. De ahí, Mike pasa al Estudiantes juvenil que coordina Pepu.
En esa época, el emergente base tirador de ojos azules juega con España el Campeonato de Europa cadete masculino de 1987 en las localidades húngaras de Székesfehérvár y Kaposvár, donde queda cuarto con un equipo formado por él, Fran Murcia, José Morales, Tomás González, Antonio Pedrera, Jordi Morella, Lorenzo Valera, Tomàs Jofresa, Gabriel Campos, Antonio Benítez y José Miguel Hernández. Entrenados por Miquel Nolis. Ah, el oro de ese torneo es para Yugoslavia con jugadores como Tabak, Komazec, Cvetkovic y Popovic. Mike todavía ignoraba que se fuera a convertir en el primer español en jugar en la NCAA aunque ya lo soñaba hace tiempo.
Hansen, base tirador, tenía la mirada puesta más lejos: “Mi sueño era jugar en una universidad norteamericana pero sabía que mis padres no me podían pagar eso… “, cuenta aludiendo a días de brega familiar que apoyados por una beca hacen que estudie COU en Estados Unidos y luego entre en una modesta universidad.
“Al principio fui a una universidad de segunda división, Tennessee Martin, pero teníamos en el calendario dos partidos contra universidades grandes, Missouri y Louisiana State, y anoté 26 y 40 puntos, respectivamente. Nadie le había metido 40 puntos a Louisiana en su casa y me ofrecieron una beca. Por las normas de la época tuve que pasar un año en blanco tras cambiarme pero al segundo año, Dale Brown, el entrenador de Luisiana, me hizo capitán con Shaquille O Neal. Me dio galones para tirar y, de hecho, me sentaba si no tiraba…”
Ese primer año allí, Mike Hansen (dorsal 11) es el tercer máximo anotador del equipo con 12,1 puntos de promedio, a la vera de un Shaquille que viste el número 33 y cumple su segundo año en la NCAA, en el Louisiana State gana la Southeastern Conference de ese 1991 (SEC). Shaquille pasa de 13,9 puntos, 13 rebotes y 3,6 tapones en su primer año allí a esos 27,6 p., 14,7 reb. y 5 tap. en el segundo. Bestial. Para un pívot de 2,16 m. que no mete los tiros libres ni falta que le hace.
“Estuve con Shaquille tres años, y en esos años no piensas tanto en lo que puede llegar a ser cada quien. Éramos chavales, jugábamos, hacíamos trastadas y lo pasábamos bien juntos y en la cancha el atraía mucho a la defensa rival.. Para él era como jugar con niños, dominaba y en su segundo año ya empezabas a ver que venían a ver nuestros partidos muchos ojeadores de la NBA. Me di cuenta del interés tan grande que empezaba a generar cuando en un partido del año que estuve sin jugar, Brown me dijo:‘Ves a ese señor que está en la fila número veinte es Jerry West, vete y dale este mensaje’… Luego, cuando volví a España después de esa temporada en EE.UU., me convocó Antonio Díaz-Miguel”, explica Mike.
“En esa convocatoria de la selección estaba también Ismael Santos (ourensano fichado por el Real Madrid) y hablando le dije: ‘En mi equipo hay un jugador que va a ser el pívot más dominante de la historia’; e Isma se lo tomó a cachondeo, tanto es así que durante las dos semanas que estuvimos juntos cada dos por tres ve decía en broma… ‘oye que bueno es ese Shaquille al que no conoce nadie, qué bueno es…’. Y años después, coincidiendo con Santos en un partido me dijo:‘Macho que razón tenías sobre Shaquille’… El caso es que Shaquille no se quedó el cuarto año en Louisiana porque Dale Brown le mandó irse a la NBA. Le explicó que le estaban haciendo faltas duras y que podía lesionarse gravemente en una de ellas, y le prometió que si no conseguía un buen contrato profesional él le pagaría el año que le quedaba, algo que luego hizo falta porque Shaquille firmó contratos millonarios”, detalla Hansen sobre un Shaq, que, como hizo Jordan, tras su tercer curso universitario se presentó al draft, dejando en Lousiana una media de 21,6p., 13,5 reb. y 4,6 de media en 90 partidos.
En su primera quincena en la NBA, Michael Jordan toca la luna al medirse a San Antonio. De nuevo, igualdad a mares, tanta que debe jugar 43 minutos para que los Bulls triunfen con una tarjeta suya de 45 tantos, 10 rebotes, 4 asistencias y 3 robos. Firman un 120-117 ante unos Spurs donde sus dos estrellas tienen diez años o más que Michael: Artis Gilmore, barbado pívot old school de patillas infinitas y George Gervin, delgadísimo cañonero que un año después ficha por los Bulls de 1985-1986 y que jugó en el TDK Manresa de 1989-1990, donde juro que le vi anotar a ciegas en los calentamientos tiros lejanos en los tableros de La Casilla, pabellón de Bilbao. Gervin, apodado IceMan, calza en parte de su carrera unas Nike blancas. En los Spurs de ese año, Alvin Robertson es otro talento dorado de Los Angeles que pule el banco. Ya se sabe, no todos los novatos reciben las mismas oportunidades.
Hansen retoma: “Jordan impactó mucho en todo desde su inicio en la NBA. En mi primer año jugando con LSU, todos llevamos los pantalones cortos pero él, tras ganar su primer anillo en la temporada 1990-1991 empezó a llevar los pantalones mas largos y ese estilo influyó en muchos. Jugando en Louisiana State, yo ya antes había oído hablar mucho de Pete Maravich, que jugó allí entre 1966 y 1970, y también había escuchado cosas sobre Wilt Chamberlain, y aunque ambos eran grandes anotadores lo que supuso Jordan era que antes que él nadie había visto nunca tanta elegancia. A los jóvenes jugadores de esa época nos gustaba su estilo, cómo mascaba chicle, como se ponía las muñequeras, lo elegante que era en todo…”
“Su impacto fue muy grande porque ver a alguien meter tantos puntos en tantos partidos , un día 40, otro 50, era algo que no se había visto desde hacía tiempo, y encima los lograba dando espectáculo… y todo me impactó mucho cuando yo estaba en Louisiana”, concluye Mike, cuya carrera como jugador pasaría luego por clubes como Estudiantes, Fórum Filatélico de Valladolid (ciudad a la que retornará tras retirarse para echar raíces hasta le punto de ser hoy el presidente del club heredero que hoy llama a las puertas de la ACB), Ciudad de Huelva, CB Murcia, Bayer Leverkusen, Cáceres C.B, Brandt Hagen, CB Palencia, y Zamora, siendo además internacional senior y bronce en el Eurobasket de Roma en 1991.
Mientras la leyenda del rookie contratado por Nike escribe sus primeras gestas con los Bulls, aquí comienza la ACB de 1984-1985. Es ya la segunda temporada de la liga ACB, la competición privada que justo un año antes toma el relevo de la Federación Española de Baloncesto (FEB) como organizadora de nuestra liga de élite. El campeón vigente, el Real Madrid, marca el paso al inicio con una plantilla con creciente peso norteamericano. Si anteayer estaban entre las estrellas blancas Delibasic y Dalipagic, ahora hay una pareja estadounidense formada por el pívot 4-5 Wayne Robinson y el alero 3-4 Brian Jackson, y dejaré que seáis vosotros quienes adivinéis a cual de ellos algún compañero denominaba “El hombre invisible” en los finales apretados. En la Primera B de este curso hay14 clubes: Claret, Peñas Huesca, Manresa, Caja Bilbao, Oximesa, Hospitalet, Naútico de Tenerife, Kanterbrau de Madrid, Gijón, Lliria, Tizona. Caja Guadalajara y Canoe.
En su décima jornada como debutante pro, la estrella de Chicago descubre que los Boston Celtics son los actuales campeones por algo. Jordan vive su primera derrota clara en la NBA, al caer los Bulls 125-105. Y aunque consigue 27 p. apenas hace nada más positivo ante un cuadro verde con seis jugadores por encima de 10 tantos, tres de ellos con más de veinte, juego coral donde dos All Star como Larry Bird y Kevin McHale, le enseñan al rookie que al llevar cinco y cuatro años respectivamente más que él en la liga saben lecciones que el novato aun debe aprender. Siempre, eso sí, cada uno con su estilo, baste ver que mientras Jordan ha generado un documental en serie para él solo como “The Last Dance” en ESPN, este mismo canal optó por uno de trama colectiva en 2017 titulado “Celtics/Lakers: Los mejores enemigos”.
Por Xabier Sanmartin Cuevas, autor del libro Aquellos Maravillosos Aros [63 reportajes sobre grandes protagonistas del baloncesto de los años 80 y 90 de ACB, NBA…] https://libros.com/comprar/aquellos-maravillosos-aros/
Redactor · Artículos de opinión
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