El equipo aragonés pierde en casa ante el Fuenlabrada, que era el penúltimo clasificado, en un duelo gobernado por los madrileños de principio a fin
El Casademont es un equipo roto, descompuesto, desnortado. Un bloque sin alma, sin argumentos, sin confianza, sin convicción, sin una propuesta colectiva solvente. Ante el Fuenlabrada, penúltimo clasificado, el cuadro aragonés volvió a ofrecer su perfil más vulnerable en todos los órdenes del juego (74-85), y fue permanentemente superado por un oponente más sólido, más intenso, más equilibrado y con unas responsabilidad mucho mejor definidas en cada jugador.
Pese a la trascendencia del choque -un rival directo en la lucha por la salvación-, el equipo aragonés de nuevo compareció con dudas, con su silueta desfigurada, con su habitual aspecto enfermizo, allanando el triunfo de su rival. Por deméritos propios, el Casademont enseguida se encontró con una desventaja de 10 puntos en el marcador (5-15). A partir de ahí llegaron los nervios, las prisas, la anarquía, la ansiedad, las precipitaciones, el desconcierto, las malas selecciones de tiro, las pérdidas de balón… el caos. Y todo desembocó en un oprobio más, en otra derrota sonrojante, que compromete sobremanera la continuidad de los aragoneses en la máxima categoría nacional. El equipo sigue en caída libre, sin ofrecer signo alguno de reacción. Y los jugadores, abatidos e impotentes, abandonaron la pista en medio de una sonora pitada de su afición.
Por el bando local se estrenaron Jordan Bone, Santi Yusta y Omar Cook. El base, la última contratación de los zaragozanos, sumó 7 puntos, 4 rebotes y 2 asistencias en el cuarto de hora que permaneció sobre la pista. Por su parte, Yusta se lesionó el pasado mes de agosto en Benasque, durante un entrenamiento de pretemporada, y todavía no había saltado a la pista en el curso actual. El madrileño se dañó el menisco interno de la rodilla izquierda, un percance que le ha mantenido inactivo durante más de tres meses. Ahora, ya listo para competir, el alero formó parte del equipo titular y se mantuvo durante 17 minutos. Facturó 8 tantos y 3 capturas.
También debutó con los aragoneses Omar Cook, ya recuperado de la lesión que se produjo el pasado 10 de septiembre, una semana antes del inicio del curso, en el encuentro amistoso ante el San Pablo Burgos. El base sufrió un esguince en la rodilla derecha, con lesión de grado III en el ligamento lateral interno. En su regreso tuvo un tono gris, acorde al rendimiento ofrecido por sus compañeros, y finalizó la contienda con 3 puntos, un rebote y una asistencia en 13 minutos.
El Fuenlabrada ya fue mejor en el inicio. Intenso y disciplinado atrás, sin apenas desatenciones, el cuadro madrileño anuló las primeras acometidas del Casademont. Los locales tardaron cuatro minutos en anotar su primera canasta en juego, un diáfano indicador de la presión ejercida por los visitantes en los primeros compases del duelo. Cuando el equipo aragonés encontró, por fin, algunas fisuras en la defensa rival, los de Raventós ya habían edificado una sólida renta con los triples de Cheatam, Samar y Emegano, y con dos buenas acciones de Kyle Alexander. El técnico de los zaragozanos, Jaume Ponsarnau, tuvo que detener el partido con una desventaja de 10 puntos en el marcador (5-15). Por entonces, ya hacía tiempo que Tryggvi Hlinason había abandonado la pista, con dos faltas personales prácticamente consecutivas.
El tiempo muerto no modificó el escenario. El Casademont, muy precipitado en sus acciones, continuó exhibiendo un desatino inusual en sus acciones de ataque. Los madrileños aumentaron su renta, de nuevo con un certero lanzamiento exterior (7-20), castigando la desidia de los zaragozanos en las labores de contención. Fue Waczynski, con cinco tantos seguidos, quien aportó oxígeno en un momento muy comprometido. Sin embargo, el Fuenlabrada clausuró el primer acto con una sólida ventaja en el marcador (14-25), gracias sobre todo a su elevado porcentaje de acierto desde más allá del arco: anotó 5 de sus 7 triples, lo que se traduce en un 71% de efectividad.
El equipo visitante, muy físico, muy incisivo, siguió golpeando en el segundo cuarto con una facilidad sorprendente. La entrada de Omar Cook no aportó más serenidad al juego de los zaragozanos, aunque al menos redujeron distancias con dos zarpazos de Hans Vanwijn desde la línea de 6,75. Pero el Fuenlabrada era muy superior en todos los órdenes del juego, y enseguida retrató a su rival con tres lanzamientos liberados, todos desde el perímetro, que establecieron la máxima renta del partido antes del cuarto de hora (23-37). Ponsarnau volvió a parar el duelo, consciente de los graves desequilibrios de su equipo en los dos lados de la pista.
Tres pérdidas de balón -dos de Mobley y una de Okoye-, y tres malas selecciones de tiro -fruto, todo ello, del juego anárquico y desordenado del Casademont-, facilitaron aún más el trabajo de los visitantes, quienes gobernaron la primera mitad con una superioridad manifiesta. El Fuenlabrada, muy seguro de sus fuerzas, llegó a disponer de rentas superiores a los 20 puntos, reducida por los los locales en los últimos minutos del cuarto, con una canasta de Yusta y dos tiros libres de Dino Radoncic. Sin embargo, los madrileños acertaron después, otra vez desde el triple, con un lanzamiento de Cheatam sobre la bocina que despertaron los silbidos de la grada. Al descanso, la escuadra de Raventós tenía el duelo muy inclinado a su favor (30-49). La justa recompensa a su notable partido. El justo castigo a la deficiente actuación del Casademont, que había completado el peor primer tiempo de toda la temporada.
Lejos de reaccionar, el Casademont acentuó sus dudas en la reanudación, víctima de su propia ansiedad, y nunca dio muestras de poder aspirar a la victoria. El desconcierto, cada vez mayor, amplió sin remisión la ventaja de los madrileños (42-68), quienes se manejaban en la pista sin apenas oposición, con una facilidad imprevista a tenor de los tres triunfos que habían capturado con anterioridad. El equipo local fallaba, y fallaba, y fallaba, y volvía a fallar; y su juego -deprimente, desalentador- espantó a algunos espectadores del graderío, cuando no se había alcanzado la media hora de partido: ya en el tercer cuarto, algunos aficionados abandonaron el pabellón Príncipe Felipe, muy molesto con la actuación de los zaragozanos. El Fuenlabrada llegó al último cuarto con el choque ya sentenciado (48-74), con Emegano (17 puntos) y Alexander (13) como principales armas. A partir de ahí, disfrutó de un duelo plácido y sosegado, son sobresaltos, ante un adversario menor.
74 – Casademont Zaragoza (14+16+18+26): San Miguel (2), Yusta (8), Okoye (-), Radoncic (7), Hlinason (-) -cinco inicial- Bone (7), Mobley (18), Vanwijn (17), Vilà (2), Waczynski (9), Cook (3) y Deon Thompson (1).
85 – Urbas Fuenlabrada (25+24+25+11): Samar (5), Emegano (17), Meindl (11), Cheatham (11), Alexander (17) -cinco inicial- Lewis (-), Novak (-), Milosavljevic (11), Ristic (11), Eyenga (-) y Bagayoko (2).
fuente: heraldo.es · acb photo
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