Se está convirtiendo en todo un clásico de la época más moderna del baloncesto europeo. Madrileños y turcos se citan de nuevo, y ya es la tercera vez en las últimas tres F4. Con una victoria para cada bando, ¿quién romperá el empate y se llevará el trofeo?
Hay dos antecedentes, muy recientes, y los dos en semifinales, por lo que estamos en una final inédita. De inicio nos lleva a pensar en una guerra entre estrategas en los banquillos, todo un duelo Laso & Obradovic que promete emociones fuertes.
En el 2015 el Madrid ganó al de aquella novato Fenerbahce en estas alturas de temporada, luego los blancos serían campeones. Lo mismo, pero al revés ocurrió el año pasado en el 2017, cuando el Fenerbahce ganó de forma clara a un Madrid que jugó muy errático, y posteriormente los turcos ganaron el primer título continental de la historia del club.
Haremos mención especial al público del Fenerbahce que llenará en masa el Stark Arena. Belgrado está tomada por la afición otomana, en cada calle ves grupos enormes de turcos, todos con una camiseta amarilla que refleja las cuatro final four que han disputado de manera consecutiva y anima a la afición a ser el sexto hombre, seguro que lo serán.
Pero como las finales se ganan en la pista, vamos a comparar las plantillas líneas por línea para analizar las características de cada bando.
En la dirección el Madrid suele salir de inicio con Campazzo, es el que ha jugado toda la temporada y Laso no le quita galones a pesar de la vuelta de Llull. El argentino ofrece verticalidad e intensidad tan necesaria en el pico de la zona defensiva. Sin olvidarnos que tanto Doncic como Causeur pueden ayudar subiendo el balón, todo el mundo espera que Llull salte a la pista, es increíble el nivel que está mostrando tras más de ocho meses en el dique seco, viene de hacer una semifinal tremenda ante el CSKA y está muy motivado.
Pero de si motivación hablamos en el lado turco tampoco andan escasos. Obradovic juega de manera estratega con su dirección. De inicio le gusta salir con Wanamaker, un jugador más cómodo de escolta, pero con calidad y físico para hacer daño desde el puesto de uno. A partir de ahí el Fenerbahce dispondrá de sus dos bases puros, Sloukas, todo talento, cerebro y un pilar del equipo, y Dixon, un jugón con todas las letras, capaz de reventar un partido en pocas posesiones, que se lo pregunten al Zalgiris.
En las alas el Madrid suele salir con Doncic, como jefe de operaciones de todo lo que se mueve, y Taylor, para intentar secar a la estrella rival exterior de turno. El banco ofrece muchas alternativas, Rudy y Causeur, son dos jugadores que ofrecen tanto talento hacía el aro como una gran labor atrás, y luego tenemos a Carroll, dispuesto a armar su brazo cuando la ocasión se lo permite, sus triples fueron claves para minar la moral del CSKA en las semifinales.
Obradovic salió ante Zalgiris de inicio con la pareja exterior Guduric y Kalinic. Calidad serbia para la causa, Guduric es un tirador, y como tal si coge la racha puede ser muy peligroso. Kalinic es clave en este Fenerbahce, por todo, por su garra, su defensa, sus ayudas, y si encima tiene el día en ataque puede ser letal. Pero seguramente lo peligroso por fuera este por llegar, cuando salten a la cancha Nunnally y Datome. El primero estuvo desaparecido en la semifinal, pero es un jugador muy importante con sus tiros, Datome es un lujo en el banco, un alero muy peligroso y con infinidad de recursos.
Dentro los blancos pueden optar por la pareja Reyes y Ayón, fue la que utilizó Laso ante los rusos. Una pareja dura, contundente, muy de este tipo de partidos, no van a permitir concesiones. En la segunda línea interior nos encontramos con el tridente Randolph, Thompkins y Tavares. Randolph está distante, desaparecido, pero su calidad le convierte en peligroso en cualquier momento. Thompkins está muy fino, cómodo en su labor de cuatro abierto con sus certeros tiros lejanos, viene de una gran semifinal. Tavares con sus problemas de movilidad que le cargan de faltas, cumple con su labor de hombre grande, su intimidación se hace notar en cada minuto que está en pista.
En el juego interior de los turcos destaca un hombre por encima del resto, Vesely. La labor del checo será clave para que el Fenerbahce sea campeón. No le vamos a descubrir ahora, uno de los interiores más peligrosos del baloncesto europeo, alto, coordinado, aguerrido, contundente cerca del aro, capaz de entrar con bote, buen defensor, lo tiene todo. A su lado Melli, el cuatro perfecto, el jugador de equipo, hace de todo, anota, asiste, rebotea, y es inteligente. Obradovic completa la pintura con dos jugadores de corte defensivo, Thompson y Duverioglu. El norteamericano no tiene un papel demasiado relevante en este equipo, pero su contundencia física siempre se puede utilizar, Duverioglu es un jugador comprometido para la causa, hará lo que Obradovic le ordene.
Duelos y más duelos. Campazzo, Llull y Doncic contra el tridente Wanamaker, Sloukas y Dixon. Taylor y Kalinic a lo suyo. Carroll, Rudy y Causeur luchando por mantener el ritmo ante Datome, Guduric y Nunnally. Por dentro saltarán chispas, Reyes, Ayón y Tavares intentarán frenar el talento de Vesely y Melli. Thompkins y Randolph, por un lado, ante un Duverioglu y Thompson, que querrán marcar esa pequeña diferencia que pueda decidir una final.
Por cierto en la regular cada uno ganó un partido, y como dato el local perdió en las dos ocasiones. Ya no hay margen de error. Llegó la hora de la verdad. 40 minutos para conocer al campeón de la EuroLeague. Hagan juego señores.
foto: euroleague media
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