A principio de temporada de la NBA, los analistas más importantes daban como máximos favoritos al anillo a dos de las franquicias que parecían haber recopilado en sus plantillas el mayor talento posible: Brooklyn Nets y Los Ángeles Lakers. Los que hemos pasado horas y horas jugando al PC fútbol o al PC basket pensábamos de una manera más o menos similar. Jugador por jugador y basados en un “big three” de hombres contrastados en la liga, el apostar por ellos no sonaba nada descabellado. Tanto Nets como los Lakers debían ser los trasatlánticos de la competición, pero meses más tarde y con múltiples problemas en sus filas, los dos conjuntos van haciendo aguas
Brooklyn ha cambiado mucho desde el inicio de curso. Su trío de estrellas Kevin Durant, Kyle Irving y James Harden, ya no están juntos. Cierto es que casi nunca coincidieron en pista. Las lesiones de Durant y Harden, unido a la negativa de Kyle Irving a vacunarse contra el Covid (que hizo que el base no pudiera jugar los partidos de local), impidieron ver el verdadero potencial. La sorprendente huida de Harden a los Sixers, ha provocado todo un terremoto en el seno de la franquicia y el roster del equipo. Su marcha y la de Paul Millsap, la baja por lesión de larga duración del alero Joe Harris y la poca química que tienen hoy en día, les ha hecho perder ocho de los últimos diez partidos.
Los Nets que a principios de temporada estaban en posiciones de privilegio, hoy se encuentran octavos de la conferencia este, con un balance de 31 victorias y 29 derrotas. El conjunto dirigido por Steve Nash está decepcionando ya que sigue teniendo un magnífico roster. Un equipo con Durant e Irving, más hombres contrastados y de calidad como LaMarcus Aldridge, Patty Mills, Blake Griffin o el recién contratado Goran Dragic, unidos a los hombres que recibieron con el traspaso de Harden (Ben Simmons, André Drummond y Seth Curry), deben ser candidatos a todo. El problema radica en que las sensaciones no son nada buenas y no parece que vayan a cambiar en un espacio corto de tiempo.
Y toca hablar de Los Ángeles Lakers. Ay! Los Lakers… Cierto es que la apuesta era muy arriesgada. Juntar a LeBron James, Anthony Davis y Russell Westbrook y complementarlos con ilustres veteranos podía salir muy bien o muy mal. La urgencia (debido a que James ya tiene 37 años) por recopilar una plantilla de garantías y de corto recorrido, era un todo o nada. La gran mayoría del éxito radicaría en si Westbrook encajaría en el conjunto angelino y si a Davis las lesiones le iban a respetar. Pues bien, ni una cosa, ni la otra. Westbrook ha resultado ser un auténtico fiasco, sonando incluso su posible salida del equipo vía traspaso. Davis por su parte, sigue con su larga procesión de lesiones, estando más partidos fuera que dentro del equipo.
En esta tesitura, los Lakers con balance negativo de 27 victorias y 32 derrotas, en la novena posición y habiendo perdido siete de los últimos diez encuentros, parecen abocados al fracaso. Su defensa no existe y en ataque es un conjunto muy poco trabajado. Por nombres es una plantilla de muchos quilates. Además de los citados James, Davis y Westbrook, hombres como Carmelo Anthony, Trevor Ariza, Dwight Howard, Avery Bradley o DeAndre Jordan debían ser un buen complemento. El problema es que estos jugadores van cuesta abajo en su carrera y su mejor versión hace mucho que ya pasó. Otros como Malik Monk o Talen Horton-Tucker son insuficientes como para pensar hoy en día en la consecución del anillo. El equipo que entrena Frank Vogel no parece destinado a grandes retos y actualmente está más lejos de quedarse fuera de “playoffs”, que de los puestos que dan acceso directamente a éste.
Han pasado tan solo unos meses y lo que todo eran sonrisas en Nets y Lakers, se ha convertido en depresión y tristeza. Los dos trasatlánticos parecen abocados al hundimiento. ¿Conseguirán evitarlo?
Redactor · Opinión · NBA · Liga Femenina
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